21 enero, 2016

Me quedo aquí.

Desde una temprana edad creo haber sentido un poco esa necesidad de "ser libre". Y siempre, de una forma u otra, me las arreglé para ser yo, y para siempre hacer lo que yo quisiera. Siempre me las arreglé para conseguir todo lo que quería, sólo tenía que proponérmelo. Es que realmente creo que todo lo que uno quiere siempre lo puede conseguir, y no, no es que tenga poderes sobre naturales, pero sí voy atrás de lo que quiero, lo busco, lo lucho, hasta tenerlo. Sólo hubo un momento en mi vida donde me perdí a mi misma, me hice a alguien más, y fue mientras viví mi primer noviazgo. Lo único que gané fue un poco de experiencia y varios kilos de más, pero me vi perdida, pedí mi vida social, un poco de energía, un poco de amor. Por suerte, uno aprende de las experiencias y con los años fui entendiéndome mejor, y el mundo a mi alrededor. Desde algunos meses después de haber dejado esa relación, volví a encontrarme. De hecho creo que hasta me redescubrí, quizás era un tema de edad, de posibilidades, y por qué no, de libertades. 

Hace ya mucho tiempo, quise emprender un viaje. Un viaje que denominaba eterno, porque si bien sabía que algún día volvería, no tenía certeza alguna de cuándo sería ese momento. ¿Qué iba a buscar? No lo sé. Más libertad, adrenalina, incertidumbre, mi mejor yo, mi peor yo. Y la única razón o el único motivo por el que hubiera no vuelto JAMAS, era amor. Quizás estoy un poco mal acostumbrada a la posibilidad de siempre cambiar todo lo que no me gusta, lo que no quiero, lo que ya no me divierte. Sí, aquellos que me conocen saben que uso la palabra "divertir" más que cualquier persona "normal" sobre la faz de la tierra la usaría y a diario me encuentro teniendo conversaciones como: Sol, por qué no comés el helado? - Mmm no sé, no me divierte comer helado hoy. Sol, querés que miremos las estrellas? -Me parece que no me divierte eso. -Hey, me parece que me divierte que vayamos a tal lado. Sí, para mi todo lo que haga tiene que divertirme, un poco aniñada tal vez? Puede ser, no lo niego, ni lo oculto. Pero es que la vida me parece tan corta, y una sola! Y por algo es una sola, así que por qué no voy a querer divertirme y vivir aventuras en cada cosa que haga? En cada cosa que elija, con cada persona que está a mi lado? Pero, que mala costumbre ir saltando por ahí, cambiando de trabajo cuando ya no es una novedad, conociendo gente nueva todo el tiempo para no aburrirme, haciendo mil cosas a la vez para no sentirme vacía, y poder dejarlo cuando ya no tengo ganas de seguir.

Algo que hace mucho tiempo que siento es que estoy en una especie de punto de inflexión. Viste ese momento en el que sentís que estás en una crisis, constante! Una crisis que te dice que este es tu momento. Que te arrebatás, te soltás, te vas a buscar la aventura, que es tu última oportunidad de vivir! TOTAL, no tenés nada (no, no me refiero a que no tenés familia, ni amigos... sino a que no tenés nada que realmente quieras que te "ate".... Es decir, la familia siempre será familia, y qué mejor momento para saber realmente quiénes son tus amigos que este? Momento en el que los amigos de siempre, también siempre seguirán estando y los que no se irán alejando). Es ahora o nunca. Es esto, o quedarte así, acá, con nada. Pero quién sabe? Quizás acá no querés atarte a nada, porque no encontraste con qué quedarte, pero afuera, en viaje, en medio de alguna aventura quizás se nos cruce, se nos aparezca y se devele.

Y dicen que todo pasa por una razón. Hace un tiempo, decidí irme. En un viaje eterno. Hice averiguaciones, trámites, saqué visa, saqué pasaje. Me iba, al fin. Creo que lo único que hice durante meses fue ver a dónde iba a ir, qué iba a hacer, imaginar a quién iba a conocer, de qué iba a trabajar, la plata que iba a ahorrar, a dónde iba a ir después. Pero de repente ese alguien que había estado ahí, durante casi todo el proceso, se re significaba o se convertía en lo que siempre había sido. Hacía unos meses que lo había conocido, habíamos tenido una "pequeña aventura", sin puerto ni destino. Las cosas se habían confundido, y cuando me di cuenta de que lo quería, y no estaba segura de que le pasara lo mismo decidí alejarlo (o me empujó a alejarlo). Fue durante ese tiempo que estuvimos alejados que yo logré tener todo listo para irme. Pero un día pasó eso que en el fondo (tanto) quería (deseaba), pero a lo que le temía tanto. Un día recibí un mensaje. Un mensaje, que derivó en más mensajes, hasta un mensaje que decía: te extraño. Y no hubo vuelta atrás. Nos vimos, al otro día. Nos besamos. Dormimos juntos. Y el me preguntó ¿Y ahora qué hacemos?. Y descubrí otro momento de inflexión, sin saber por qué no tuve miedo, ni vergüenza y fui completamente honesta como venía siendo esa noche. Le dije que me iba a ir, que estaba decidido y no había vuelta atrás. Pero que si me daban a elegir, elegía pasar con el cada día que me quedaba ahí con él y no con alguien más. Acordamos eso, y a la semana nos llamamos NOVIOS.


¿Qué paso de ese momento hasta hoy? Todo lo que pasó siempre, había amor, un amor enorme, un amor que crece

Algunos podrán creer que me conformo, que me quedo con lo simple, lo seguro. Uf, pero aquel que me conoce enserio sabrá que elegir quedarme para crecer, para continuar, y sobre todo para apostar al amor, es una de las decisión más difíciles que podría tomar alguien como yo. Alguien que hasta para mis amigos, es muchas veces muy fría, sobre todo con respecto al amor y al apego. Alguien que justamente está más acostumbrada a dejar ir, y moverse, que al quedarse. Hoy no me conformo con la idea de siempre cambiar lo que está dando vueltas hace rato, y quiero animarme a algo tan incierto como es pensar en un futuro con alguien. Sí. El motivo es él. Y el motivo es él porque esta vez no me perdí, porque me siento más yo que nunca, porque me encontré no sólo acá, sino allá adelante. Y porque era verdad, si me daban a elegir quiero quedarme con él cada día que me queda, acá o en cualquier parte del universo.

Y si encontrar el amor era lo único por lo que jamás hubiera vuelto, ¿Por qué encontrarlo antes de partir no sería el único motivo por el cual no me iría?


14 enero, 2016

2016

A veces es muy poco lo que necesitamos para dejar de sentir un vacío que parece expandirse en nuestro cuerpo, alma y mente, como una avalancha imparable, descontrolada, que invade.  A veces son las palabras de algunas personas inesperadas, las que de repente nos llenan de un poco de luz, una luz que logra ser más fuerte, y que logra vencer nuestras barreras (algo antes impensado). Y otro poco el vacío de  la gente que se fue.

A veces, es bueno encontrarse con alguien que sabe apreciar y ver todo lo que nadie ve hasta que se acercan demasiado... Eso que a muchas personas asusta, pero que muy pocos entienden. Alguien lo ve, y lo ve como algo hermoso. Nada es más reconfortante, que esa sensación.

Nadie más me regala esos momento efímeros de felicidad, en los que sonrío desde el fondo de mi ser. Ni nadie más me hace sentir tanta tranquilidad, ante las decisiones más precipitadas, menos pensadas, pero más maduras. Nadie más que yo misma.

A veces, me doy cuenta de que en la vida todo es tomar decisiones. Y cada decisión nos lleva por un camino distinto. Ni mejor, ni peor. Sólo distinto. Y al fin y al cabo, seguramente el que era para nosotros.

Decisiones y elecciones. Lo son todo en la vida. Que se avecina un gran año: lleno de cambios y decisiones, ya lo sabía. Con pequeños o grandes giros, pero grandes elecciones al fin. Si algo me enorgullece es poder decir que siempre hago lo que quiero, lo que tengo ganas, lo que siento, así nunca puedo arrepentirme porque a lo sumo equivocándome aprenderé algo. Y estoy dispuesta a eso.

Siempre voy de frente, con la verdad. Se podrán decir muchas cosas, pero estoy segura de que entre todo eso nadie puede decir que no fui de frente o que no quise, que no fui sincera. Me hace feliz haberme convertido en la mujer que hoy soy. Y eso se lo debo a la educación que me dieron en mi casa, donde aprendimos a ser honestos, regios. Donde nos enseñaron a pedir por favor y a dar las gracias, nunca está de más. Donde nos enseñaron la importancia de trabajar, y de luchar por lo que uno quiere, y más importante aún luchar por las cosas en las que uno cree. Donde aprendí a sentir compasión, a ponerme en el lugar del otro. Donde nos enseñaron a no quejarnos, si pretendemos hacer todo de la misma manera siempre, y no estamos dispuestos a generar un cambio. Una educación donde podía preguntar por qué, y desafiar los límites cuando algo no parecía justo. Una educación que me enseñó que no estaba bien conformarse, y siempre ir por más. Donde nunca hubo miedo a ningún cambio, simplemente eran desafíos a superar (y cuántos desafíos superamos hasta ahora!). Una educación donde fueron severos y muy exigentes (a veces demasiado), pero también llenos de amor. Una casa donde todos crecimos para ser personas tan, tan, tan diferentes y opuestas, pero a la vez con todas estas cosas en común. Y eso también lo agradezco, porque me formaron como persona, me inculcaron grandes valores, valores GIGANTES. Y sí, muchas personas me defraudaron, muchísimas, estoy cansada de tanta hipocrecía, de tanta falsedad y de tanto interés. No formo parte de eso, y no me interesa, no lo quiero, no lo necesito. Pero por sobre todas las cosas, no lo quiero. Prefiero creer más en este mundo que me enseñaron en casa, porque por suerte también encontré muchos otros como yo.

El "balance" del 2015, lo hice hace ya mucho rato... Y siento que cantidad no es calidad, definitivamente, y por eso estoy muy feliz de haber elegido con qué, con quién y en dónde quedarme, de qué o quién o de dónde alejarme. Y pucha, que a veces es chocante, difícil, triste, hasta melancólico, y decepcionante... Pero al final siempre hay recompensa y esa recompensa en mí hoy se traduce en una paz y una tranquilidad, difícil de explicar.


Brindo por un 2016 lleno de elecciones y doy las gracias por seguir creciendo y seguir aprendiendo




18 noviembre, 2015

¿Cómo amar intensamente y no morir en el intento?





Tantas veces sentí que era la persona que más amaba o más quería en la relación (en cualquier tipo de relación). La persona que más podía perder (un poco, siempre me siento en desventaja con el resto del mundo). Fui también en un momento esa persona que dio tanto, que se quedó sin cosas para dar. Hace un tiempo hubo un culpable, o alguien a quién culpé por haber drenado de mi ser todo el amor, todas las ganas de amar, y de encontrar a alguien nuevo. En ese momento quizás ya no sufrí la pérdida. Porque me sentí agotada. Pero sí, sufrí durante mucho tiempo el saber que yo amaba más. Más fuerte. Más intensamente. ¿Qué problema no? Es el problema que nos caracteriza a nosotros, los de Escorpio. Sí, ya sé, vamos a hablar de signos ahora? No, no sé nada de signos, pero algo que siempre nos encuentro en común a nosotros los escorpio es que vivimos intensamente, y si vivimos intensamente imaginate cómo vivimos el amor! Que es el sentimiento más fuerte, el sentimiento que mueve al mundo entero.



¿Qué pienso del amor? Lo que pienso y creo básicamente de todo en la vida. Tiene que ser intenso, tiene que ser algo precioso, pero también tiene que ser un poco triste, tiene que ser sincero, real. Pero por sobre todas las cosas tiene que valer la alegría, más que la pena. Tiene que hacerte sentir invencible con el otro, para con el mundo. El amor tiene que nacer y florecer cada día. Tiene que ser una elección. Tiene que ser feliz, divertido, increíble, tiene que hacerte sentir a veces que hasta podés volar. Tiene que ser fuerte, pero gentil, tiene que ser inolvidable. Un poco caótico. Tiene que ser memorable. Tiene que tener un sentido (aunque simplemente el sentido sea que te hace feliz!).





Alguna vez pensé que ese primer amor que tuve, iba a ser el único. Pero no porque él me generara esa sensación de que no iba a amar de nuevo. Sino porque pasó el tiempo y me costó encontrar a alguien que me generara cosas otra vez, y cuando apareció ese alguien, no fue bajo los mejores términos, o condiciones del planeta. Pero hey! Me hizo sentir mucho, y fuerte e intensamente. Me hizo pasar por mil estados en 5 segundos: de la confusión, a la alegría, al amor, al llanto, al odio, y al amor de vuelta hasta el olvido. Pero me dio esperanza, me dio esperanza de saber que me podían pasar cosas. Sólo que todavía no había aparecido alguien más, alguien digno y capaz de recibir todo lo que soy y todo lo que tengo. 

Y un día llegó. No, no sólo creo que es el hombre de mi vida, o el amor de mi vida. Lo sé. Lo sé, porque nunca antes me pasó todo lo que me pasa con él. Desde el día 1. Porque siempre creí que todo lo nuevo del amor te pasaba allá, al principio. Pero no es verdad. Un día descubrí otro tipo de amor, un amor que me enseña todos los días. Un amor más real, porque es de a dos. Un amor en el que sentí que estábamos a la par, finalmente, donde no había desigualdad. Donde había seguridad, y ante todo amor y alegría. Donde no había un compromiso o una obligación, sino ganas. Ganas de estar, de ser con el otro, de compartir (lo bueno, lo malo, lo masomenos, lo malísimo, porque cuando uno elije con quién compartir, lo que no elije es qué partes comparte, se comparte todo). Ganas de crecer juntos, o separados, pero con un fin en común, con un futuro donde estamos los dos. Donde somos un equipo y donde las decisiones se toman de a dos, no por obligación, si no porque así lo querés. Un día me di cuenta de que había alguien con quien sí quería compartir toda mi vida, el resto de mi vida, alguien con quien prefiero, quiero y elijo estar cada día de mi vida. Un día me di cuenta de que sentía más que nunca. Un día me di cuenta de que podía ser tan frágil, y tan vulnerable ante alguien. Un día me di cuenta de que ante vos, soy yo. De que había alguien con quien quería hacerlo todo, aunque hacerlo todo sea hacer nada. Podemos salir a comer, o ir a bailar, pasear al perro o dormir la siesta, no importa qué mientras hagamos juntos. Un día me di cuenta de que alguien me hacía feliz, un día me di cuenta de que era la persona que hubiera deseado que mi viejo conociera, le hubiera encantado. Un día me di cuenta de que había alguien que me miraba con un amor inmenso, casi tan inmenso como el mío. Un día me di cuenta de que es posible morir de amor. Un día me di cuenta de que nunca quise más cosas con nadie, porque ninguna otra persona era EL. Pero esta vez sí era, sí es, sí sos





Pero, cómo saber, cómo asegurarme de que todo lo que me pasa también le pasa? Cómo saber si el otro está dispuesto a dar todo lo que uno daría? Cómo saber que me ama tanto, con tanto amor, con tanta locura, con tanto todo, con todo lo que lo amo yo a él?

¿Tenés idea de la magnitud del amor que siento por vos? Me parece que no me dijo. Y sí, es la respuesta. Te amo más de lo que te puede amar cualquier otra persona en el planeta, y no sos consciente. No tenés idea porque el amor que tengo adentro no lo sentís ni vos. Ni nadie más. ¿Que no podés entender cómo alguien puede amarte así? Nunca te cruzaste con un corazón como el mío. Evidentemente no, sos única me dijiste. ¿Lo suficientemente única para vos? Porque cuando amo amo, y amo con todo, y no me importa. El problema, es que vos no me amás así. No me amás tanto que si te rompiera el corazón, no serías capaz de amar de nuevo así. ¿Qué vas a hacer sin mí te preguntás? Yo creo que vivir, como vivís ahora. Como viviste siempre. Creo que no me vas a extrañar, que vas a disfrutar de tu libertad. De tu tiempo, de tus ganas de ser vos. Haga lo que haga siempre vas a sentir que te saqué un poco eso, no importa cuánto me esfuerce, o cuánto me salga ser así. No importa que me digas que te alcanza, o que sabés que yo no quiero quitarte nada. No importa. No importa que te ame así. No importa que quiera enseñarte a vivir, enseñarte a amar, enseñarte a ser más vos. Porque sos un ser tan hermoso, pero con tanto miedo, y con tantas dudas. No importa que te ame de todas las maneras y con todas tus formas, hasta las que me hacen mal. No importa que te ame tanto que te deje en tu caja si no querés salir. O te invite a las aventuras más grandes de tu vida. Esas aventuras e historias dignas de ser escuchadas por los nietos. No importa que te ame tanto. Importa que me digas si podés amarme tanto, tanto, tanto, que puedas amarme tanto como para romper todos mis miedos. Importa que me digas si podés, si sos capaz de amar tanto como para hacer todo lo que no hubieras hecho por alguien más. Importa que me digas si sos capaz de amarme tanto como te amo yo a vos. Importa que estés seguro de que sos capaz de amarme tanto, como para no romperme el corazón. Vas a encontrar otro amor... Pero yo no podría volver a amar como te amo a vos.




16 septiembre, 2015

Vuelta por el Universo


Hay quienes dicen ser libres y hay quienes desearían un poco (más) de libertad. Otros tantos, son esclavos del decir que son libres. 

Yo llego a la conclusión de que es a veces,  mucho más difícil de lo que parece. Son muy pocos los espíritus, las almas que gozan de una libertad.... y creo que están llenas de felicidad, de una felicidad que simplemente irradia y contagia. Son esas personas que cuando las cruzamos... no sé, hacen que nos den ganas de abrazarlas, a ver si se nos pega un poquito tanta energía, tanta luz. Son esas personas que a lo lejos ves y pensás: quiero un pedacito de su vida. Pero son también esas personas que a través de los años, vuelan, vuelan porque es necesario, porque si no, se aburren; son esas personas que entienden que todo en esta vida son experiencias. Que cada experiencia es única, e irrepetible. Es que cada segundo que pasa, y cada palabra que voy tipeando, cada sonrisa será diferente la una de la otra, cada mirada, cada expresión. Son esas personas que tienen un conocimiento mayor de lo que pasa adentro, son esas personas que gozan de una sabiduría, pero a las que les falta ignorancia. Y es un poco ambigüo:  son felices con su visión de la vida, del ser, del vivir. Son felices volando, de acá para allá. Son felices sabiendo. Odian las mentiras, aman las verdades, las realidades. Y eso los sumerge a su vez en un mundo lleno de tristeza, melancolía. Una tristeza que los recorre cada día, que los hunde en sus pensamientos a menudo, que los nubla, que los frustra, que hace que le den más ganas de correr.


Es como una persona partida en mil pedacitos. Porque sienten intensamente (de qué otra manera podrían ser libres si no sintieran tanto todo?). Mil pedacitos, con sensaciones que brotan por doquier, que saltan, que suben que bajan, que van que vienen (que rebotan), que reflectan. Que los convierten instante tras instante, y segundo tras segundo.

Y hoy, hoy estamos acá. Pero no, no pensé que estar hoy acá, en este momento, se iba a sentir como se siente. No me imaginé. No. No lo sabía. No. No me imaginé estar tan cerca en tiempo, pero tan lejos en kilómetros de mi libertad. Tan cerca de lo otro. Tan lejos de mi acá. No me imaginé. No. No supe lo que iba a sentir. No puedo imaginar lo que está por venir. No. No. No sé si siento eso, o me siento esclava. No sé si tengo miedo o si son ganas de vivir, ansiedad de soltar, ganas de ser. No sé si puedo llegar al momento egoísta en que sea libre, no sé si aquellos que cuentan cuánto les gustan las almas así, podrán soportar tanta libertad. No sé si puedo manejar tanto sentir. Pero hey, "Hoy que estas espléndida, y que todo lo iluminas, demos un paseo". Por el Universo.

07 septiembre, 2015

Pasar por el corazón


Tengo como mucha información que procesar. Y es difícil pasarlo todo por la mente, pero más difícil es pasarlo todo por el corazón. 

Es difícil pasar por el corazón los sentimientos que uno a veces no quiere sentir. No sé bien por qué uno no quiere, quizás a veces es más fácil o más divertido sufrir. A veces es más fácil ir a lo que uno sabe que le va a hacer mal, porque, qué tal si nos va bien? Qué pasa si eso que no queremos sentir tiene potencial para convertirse en un mundo entero? La mejor versión de un mundo. Qué pasa si delante nuestro está lo que siempre quisimos, pero que según nuestro reloj interno no está correctamente programado para suceder justo ahí. Algo así como los semáforos mal sincronizados. 

Siempre fui de buscar excusas. Para muchas cosas. Particularmente, siempre para las cosas más importantes.  Las más grandes. Las más desafiantes (emocionalmente). Y de repente, quise no tener más excusas para hacer lo que más quería, y se me derribaron varios muros, quedé completamente sensibilizada, vulnerable ante el mundo. Con ganas de llorar y de reír, y de querer, y de saltar y de disfrutar, y de abrazar. Con las venas al aire libre, los sentimientos ahí, para que todos los vean, completamente desnuda y expuesta. Con más ganas de vivir que nunca. Y qué suerte la mía, que las cosas más lindas se me dieron. Como siempre, en los momentos menos esperados, con las personas menos pensadas. Pero, las cosas lindas no siempre, o al menos en este caso, son del todo compatibles.

Y acá venís vos. Siempre dije que cuando el amor no era correspondido, era porque no tenía que ser, y que entonces esa no era nuestra persona. ¿Por qué? Muy simple, el amor es siempre de a dos. Como cualquier cosa en la vida, hasta una pelea. El capricho en cambio sí, es de a uno, sólo le basta con ser alimentado, un poquito, para dar rienda suelta. Pero qué peligro quedarse siempre ahí. Y qué difícil es cuando te aparece lo otro: lo real, es como una encrucijada... Y qué miedo afrontarlo, y ver qué pasa.

Siempre me llevé bien con las palabras, para casi todo, menos para lo inexplicable. Inexplicable de repente parar la pelota y decir todo lo que tenés adentro (o parte, porque mucho siempre me lo guardo, más de lo que parece). Y es increíble como siguiendo mi propio consejo, eso de decir siempre lo que pasa por dentro, de querer, de amar, de no tener miedo de lo que te van a decir, de sentir! Siguiendo el consejo de “jugatela, lo peor que te puede pasar nunca es tan terrible pero lo mejor puede ser extraordinariamente inimaginable”. Increíble que haciendo eso, se suceden un montón de cosas que no estaban en mi plan, que no me imaginaba.


Y sí, encuentro muchas casualidades. Menos una. El momento en el que está pasando, y que porque pase ahora quizás no pueda tenerlo más conmigo. Ayer me dormí abrazándolo. Y debo confesar, que a pesar de sentirme tan querida, solté unas lágrimas de tristeza. Porque tengo miedo, mucho. Hace rato no tengo tanto miedo, miedo de que no me quiera igual, miedo de perderlo, de no encontrarnos, miedo de no ser tanto. Miedo. Porque no quiero dejarlo nunca, no quiero que me deje nunca. No quiero soltarlo nunca, ni que me suelte. Quiero dormirme todos los días con él. Despertarme con él todas las mañanas. Que me prepare el desayuno. Dejarlo tocar la guitarra mientras duermo la siesta o miro la tele. Abrazarlo cada vez que llega, que llego, que se va, que voy, que vuelvo. Quiero enojarme por algo, y desenojarme con dos palabras tontas. Quiero que me de un beso todos los días. Quiero verlo triste, contento, feliz, cansado, alegre, enojado, simplemente quiero verlo. 

Pero por sobre todas las cosas quiero que me quiera, que me quiera con locura. Y también quiero, que sea mí para siempre. Quiero llevarlo conmigo. Quiero volver con él.


22 mayo, 2015

Meses

Qué feo que es sentir el corazón roto. No sé, es increíble como a veces llegan algunas personas a nuestra vida en momentos completamente inesperados, y te roban la respiración. Sí, así, tan simple como eso. Hacen que tu corazón literalmente salte un latido (skip a beat suena mejor), que te quedes sin aliento. Todo eso que sentís cuando tenés 15 por casi cualquier cosa que te genera emoción (esa gran habilidad que tenemos cuando somos más chicos de sentir intensamente y que me cuesta tanto dejar en hábitos pasados). Y también, así como así, pasan cosas, situaciones, momentos, que los separan. 

Tuve la esperanza en algún lugar de mi corazón y la convicción de que me enamoré de la persona correcta, pero quizás en el momento equivocado de nuestras vidas. Y me pasa que a veces no sé si lo extraño por lo que fuimos, por lo que quise, o por lo que nunca existió. Es que el amor es de a dos y acá era uno solo.

Ayer leí en algún lado que con el primer amor se quiere más. Pero en los otros se quiere mejor. Yo no sé si nunca más voy a amar como la primera vez, porque sé que tengo una gran capacidad para el amor (y muchas veces siento que quiero y que siento más que la gente promedio)... Pero se fue, y estuve acá muchos meses. Flotando. Tratando de olvidarme, sí, por qué no intentar? Pero no, no pude. Todo en mi vida siguía girando en torno a su fecha de regreso... Y unos días antes del reencuentro escribí un texto que me encanta, que me encanta porque creo que lo dejo todo ahí, a mi manera. Pero que a la vez es triste, porque el final estaba escrito. Y a veces son tan fuertes, tan inmesas las ganas, el querer, la esperanza... que aunque esté todo ahí uno no logra verlo y no logra resguardarse, ni protegerse. 

Y sí, a veces es injusto como uno puede querer tanto a alguien y no ser correspondido. Y sí, es injusto como pasa el tiempo y sentir el corazón roto durante meses, y meses, y meses. Pero tengo fé. 

El final antes del final, está por acá: http://bit.ly/1egiWFD

31 marzo, 2015

Maravillas

Algún día te encontré. Sentí todo lo que no me acordaba que un ser humano podía sentir. Fui todo lo que hacía rato no me dejaba ser. Di y regalé todo, mi ser, hasta lo que no tenía. Soñé sueños con colores pasteles (mis favoritos). Imaginé como los niños (inocente y alocadamente). Me ilusioné, y después todo siempre siguió pasando, como pasa la gente por Florida. Un nombre. Un beso. Otro olvido.

Volviste, cada vez que quisiste. Volviste cada vez a mi mente. A mis pensamientos. A mis labios, mis recuerdos y mis historias.

También te fuiste. Te fuiste cada segundo y cada vez que no te quise. Y siempre, por un tiempo, hasta que dejó de ser, siempre volviste con el viento.

Hoy, que siento que ya no estás. Siento que te llevaste tanto, que ya no tengo tiempo para cosas sin alma. Y es que como dicen por ahí: si no hay amor, que no haya nada.

Ya me cansan algunos adjetivos, sobrevalorados. Suenan y se repiten. Palabra por palabra (creo que ya los sé de memoria). Me hacen dudar. Me hacen pensar. Me hacen preguntar. ¿Qué es lo que está mal? ¿Soy yo? ¿Sos vos? ¿Somos nosotros? ¿Es que el mundo ya es sólo incoherencias y desamor? 


Qué ganas de maravillarme con tu ser. Qué ganas de maravillar al mundo. Qué ganas de deslumbrar y destellar. Qué ganas de ser excepción. Qué ganas de vos, de todo. Qué pena... Encontrar tan pocas maravillas fuera del cajón.

19 enero, 2015

Tuvieron tiempo de romperse el corazón

Antes de irse tuvieron tiempo de romperse el corazón. De rompérselo de una manera tan hermosa, tan increíble, que dejó marcado un menjunje de sensaciones indescriptibles.

En tan poco tiempo, hubo tanto tiempo para desarmar y desmenuzar cada parte del alma, y desparramarla en varias nubes. En unas nubes de acá, en unas nubes de allá. Con kilómetros de mar entre medio, para dejar tantos recuerdos hundidos como sea posible.

El tiempo siguió pasando, las agujas del reloj nunca pararon, no se detuvieron, no. El minutero, el segundero, cada instante lo hizo más intenso. Antes de la partida, y después. El tiempo de después fue más enterrador, pasó más (tan) lento, y rápido a la vez. 
Antes de irse tuvieron tan poco tiempo, pero tan audaz fue, tan sutil fue, tan duro fue, que fue suficiente para romperse el corazón. 


Y ahora que todo vuelve, que el tiempo pasó, que los pedacitos de alma se volvieron a juntar (o no). Ahora que el tiempo voló, ahora que llegó el día, ahora que estás acá. Decime, ¿Alcanza el mucho tiempo para volver a rompernos el corazón? ¿Alcanza el mucho tiempo para desangrarnos de amor? ¿Alcanza el mucho tiempo para borrar los ideales, los sueños, los supuestos, los deseos y tener un poco de realidad entre nubes y besos? Decime, antes de irte, ¿No querés que nos volvamos a romper el corazón?



"Me quedé con las ganas de que fuéramos 
la mejor historia de amor" 
- Danns Vega.

17 septiembre, 2014

Falta un día menos para ese "algún día"



Venía embaladísima. Tomando decisiones, avanzando (tampoco venía pensando demasiado). Pero funcionaba, no dudaba, hacía las cosas e iban saliendo. Y, de repente... un contratiempo me detuvo, por algunos varios pero contados momentos; me hizo empezar a volver a pensar, y por ende volver a tener miedo. Y dicen que el miedo no somos más que nosotros mismos pensando estupideces que el 99% de las veces ni siquiera se convertirán en una realidad. Los miedos son una especie de sombra, una de esas que te envuelve, que te atrapa, te transporta al medio de un GRIS, te congela y te paraliza. No te permite pensar con claridad, ni ser objetivo, ni encontrar ese rayito de luz que antes veíamos, que estábamos por tocar con la punta de nuestros dedos.



De repente, el mundo empieza a girar otra vez. Y empiezo a salir de esa nebulosa, creo que porque algo de la luz que vi en algún momento me sigue llamando. Es que algunas ideas me encandilan. Yo sé que soy un tanto caprichosa, que se me mete algo en la cabeza y no paro hasta conseguirlo (a menos de que antes me aburra). Pero en el fondo ¿no deberíamos ser todos un poquito así? Ir detrás de lo que queremos?  De un sueño, una ilusión, una idea, un ideal, de un plan? 

¿Quién cree en eso de las señales? YO. Quizás hasta un punto un tanto exagerado a veces, pero hace semanas que veo por todos lados esas típicas imágenes con frases del estilo o preguntas como: ¿estás haciendo lo que te gusta? o ¿estás haciendo todo lo que querés? o ¿estás haciendo lo que tenés ganas hoy? ¿no? ¿y qué esperás? Y ahí digo, la pucha, ¿qué corno espero? ¿Qué vivimos esperando? Por qué vivimos esperando a que sea el momento indicado, el momento correcto, el tiempo para, el tiempo de. El tiempo de ser felices, de irnos a vivir con alguien, de enamorarnos, de desenamorarnos, de dejarnos, de encontrarnos, de ir al cine, de ver la novela, de leer el libro, de volver a casa, de irnos de casa, de salir del trabajo, de querernos, esperar, esperar, esperar: vivimos esperando el momento indicado. VIVIMOS ESPERANDO. Y ¿sabés qué? ME EMBOLA ESPERAR. Y siempre digo que odio esperar, odio hacer fila, odio sentir que pierdo el tiempo. Pero acaso no vivo perdiendo el tiempo si siempre estoy esperando el momento de? 

El momento correcto no existe, el momento nunca va a llegar si siempre lo estamos esperando, el momento lo generamos nosotros mismos. 

La vida no es esperar: la vida es tomar una decisión. La vida es un impulso gigante y el tiempo es el regalo más preciado que tenemos. ¿Vamos a seguir esperando?










16 septiembre, 2014

ESTO es amor

Diálogo de una escena de Louie.



Dr. Bigelow: Entonces te arriesgaste a tomar la oportunidad de ser feliz, aún sabiendo que más adelante estarías triste.

Louie: Sí..

B: Y ahora... estás triste.

L: Sí.

B: Entonces... cuál es el problema?

L: Estoy demasiado triste... Mirá, me gustaba el sentimiento de estar enamorado de ella. Me gustaba. Pero ahora ella se fue y la extraño y eso es horrible. Y no pensé que iba a estar así de triste, y me siento como... por qué ser feliz si solamente va a llevarme a esto, entendés? No valió la pena.

B: Sabés, la miseria se desperdicia en los miserables.

L: ¿Qué?

B: Sabés, no estoy completamente seguro de cuál sea tu nombre, pero sos el típico idiota. Pensás que compartir tiempo con ella, besarla, divertirte con ella, pensás que de eso es de todo lo que se trata? Eso era amor?

L: Sí.

B: ESTO es amor. Extrañarla, porque ella ya no está. Querer morir.... sos tan afortunado. Sos como un poema caminando. O preferirías ser algún tipo de fantasía? Algún tipo de cuento de Disney? Es eso lo que querés? No lo ves?  Esta es la parte buena. Esto es lo que estuviste buscando todo este tiempo. Ahora, finalmente lo tenés en tus manos, esta dulce semilla de amor, dulce, triste amor, y vos querés tirarlo a la basura. Entendiste todo mal.

L: Pensaba que esta era la parte mala.

B: No! La parte mala es cuando la olvidás, cuando ella ya no te importa, cuando ya no te importa más nada. La parte mala está viniendo, así que disfrutá del corazón roto mientras puedas, por el amor de Dios.  Levantá la caca del perro, podés por favor? Afortunado bastardo, no he tenido mi corazón roto desde que Marylin me dejó, desde que tenía 35 años. Lo que daría por tener ese sentimiento de nuevo.... Sabés, no estoy seguro de cuál es tu nombre,  pero podrías ser la persona soltera más aburrida que jamás haya conocido. Sin ofenderte. Dame mi perro. Ven aquí. Vos... no te caigas.