25 julio, 2013

Risas. Sonrisas. Amor y Perdón.

Tantas cosas debería haber hecho para no sentirme así hoy. Tantas cosas tendría que haber dicho para no sentir que me ahogo. A veces es inevitable el vómito de palabras, el desborde de sentimientos, la necesidad de hablar, de decir, de hacer. Pero otras veces es tan difícil. Me acuerdo que a veces cuando te iba a decir que te quiero, me daba esa sensación de nervios y vergüenza por decírtelo. Sentía lo frágil y vulnerable que quedaba ante vos, y así muchas veces evité decirte algo, mostrarte algo, darte algo. Pero que estupidez, qué te importaba a vos que yo quedara vulnerable. 



Me acuerdo de ese día que volvíamos a casa por Juan B. Justo... vos manejabas, andá a saber de qué hablábamos... nuestras charlas eran más lindas últimamente, y te lo dije, te dije que te quiero, te sonreíste, y no me miraste ni por un segundo, seguiste manejando. Y te dije con mi tono de nena caprichosa e indignada entre medio de unas sonrisas: - Te dije que te quiero, decime que me querés! Te reíste y me contestaste con un rotundo no, te volviste a sonreír inmediatamente después. Y te contesté riéndome:  te estoy rogando que me digas que me querés y no me lo vas a decir? Te volviste a reír sin mirarme, y esta no era una risa o sonrisa de esas falsas que ponías para las fotos (salías en todas igual), era genuina. Y creo que hace poco me di cuenta de que siempre me sonreías genuinamente a mi. Me volviste a decir que  no. Pero esa sonrisa que tenías era de felicidad, porque te dije lo que ya sabías, no? Que te quiero. Era de alegría y de complicidad, para molestarme porque no me ibas a decir te quiero nunca, pero los dos sabíamos. Me costaba, pero a veces lo intentaba. Creo que ahora sé que vos también lo intentabas, pero a tu manera.

Y ahora, me pregunto infinidad de cosas. Empezando por saber cómo te desahogás con alguien que ya no está? ¿Cómo le expresás todo lo que te quedó adentro? ¿Cómo le mostrás que lo extrañás, que lo necesitás? ¿Cómo sentís ese abrazo que ya no te pueden dar? ¿Cómo evitás el miedo, la tristeza y la melancolía de algún día olvidarte de su rostro, de su aroma, de su voz, de su sonrisa, su mirada? ¿Algún día tendré respuesta para todas las preguntas que me hago, cada día, desde antes de que te fueras? ¿Algún día nos encontraremos? Allá arriba, acá, donde sea... 


Lo más lindo que alguien me dijo 
sobre nosotros, es que nos habíamos perdonado. Sin pedirnos perdón, sin decirnos te perdoné. Esa mirada tan triste que tenías, en la que yo veía una profundidad que nunca antes vi... Será que supiste antes que nosotros todo lo que iba a pasar? No importa... Me regalaste algo tan lindo, cada vez que yo llegaba, tu mirada se iluminaba, TANTO. Creo que fue la primera vez que sentí o me di cuenta de que alguien me miraba con amor, y qué lindo tu amor viejo! Tan cálido, pero tan tarde... Tan tarde  me di cuenta de todo lo que nos queríamos. 

A veces, supongo, no hace falta decir tanto... Pero sí, pararnos en los pequeños detalles, que son de los más lindos. Perdón por nunca decirte que te amo. Perdón por no poder querer dejarte ir. Perdón por no parar antes.



16 julio, 2013

El verbo de hoy es afrontar

Algunas etapas en nuestras  vidas, a veces necesitan una especie de cierre, me gusta más la palabra en inglés “Closure”. Un cierre generalmente, para mí, es un hecho, acción, situación que necesita suceder o debemos afrontar para poder… justamente cerrarlo, según el diccionario podría significar también una conclusión.  Me gustaría poder decir que darle cierre a algo significa “dejarlo atrás”, pero me convenzo día a día de que no necesariamente quedará atrás. Tal vez logre quedar pasivamente a un costado, nos abra paso y nos suelte para ser un poco más libres que ayer.

Es difícil a veces saber cómo debemos enfrentar, darnos cuenta de la manera. No sé si tiene que ver un poco con la aceptación… ésta quizás se relaciona más con una especie de obstáculo que se nos presenta o dificultad, cosas que no nos dejan movernos, que a veces paralizan o asustan, nos ata de pies y manos. Y que en algún momento deberemos traer al frente y aceptar, por nuestro propio bien. Por nuestra sanidad mental, física y/o espiritual.

En cambio darle a algo un cierre se siente más como una necesidad moral, casi un llamado natural. Algo que nos hará bien, o no, y también ayudará a otros a moverse en la dirección correcta, o bien al menos les moverá un tacho de sentimientos. Afrontar y dar cierre, es sincerarse. Sincerarse con uno mismo, y decirle o mostrarle la verdad al mundo.
La verdad es tan importante, y tiene tanto poder. Quizás porque  yo creo haber estado rodeada de muchas mentiras, durante un largo tiempo es que la considero tan importante, aunque no siempre le soy leal a mis ideales. Tantas mentiras y cosas ocultas que aprendí a omitir, a no darle importancia. No decirlas y a ocultarlas yo también. Pero al fin y al cabo, la verdad es siempre lo más sano. Lo mejor que podemos darle a alguien más. Sobre todo si es bien intencionada. La verdad, puede ser tan dolorosa…. Pero es como ese golpe inevitable, que te puede doler y hacerte reír, o derrocarte y dejarte tirado un rato. Pero seguro te enseña algo, te deja algo… Afrontar puede significar cerrar una etapa, ser una despedida, convertirse en un final. Afrontar es un gran verbo. Seguro también significa un nuevo comienzo.

08 julio, 2013

Aceptación

Dicen que aceptar nuestros problemas es el primer paso para superarlos. Nunca noté lo cierto que esto podía ser.. Ni todo el trabajo que vendría detrás de la aceptación de los problemas o inconvenientes que tenemos. Pero cuidado, no siempre son problemas los que tenemos que aceptar para superar... a veces tenemos que aceptar cosas que nos pasan para poder avanzar, ver con más claridad, saber un poco para dónde correr, decidir tomar otras decisiones, otros caminos, encontrar soluciones en vez de problemas.

La primera vez que acepté un gran problema e intenté hacer algo al respecto... fue difícil. Fue un año entero de pensar, saber en mi interior que estaba mal lo que estaba pasando, pero no tener el suficiente valor para aceptarlo y hacer algo al respecto;fue... aterrador. Era difícil saber que el mundo lo veía, tener la sensación esa de que algo te abruma, te consume, pero no querer soltarlo por miedo. Un día, conocí una persona que me dijo, entre otras cosas, dos cosas muy importantes para mi: primero, habiéndome conocido ese mismo día me contó un "secreto" muy personal, y seguidamente me dijo: este es mi regalo para vos... regalarte algo tan mío que no le cuento a todo el mundo (de hecho la persona por la cual lo conocí lo conocía hacía meses, y no sabía aún lo que acababa de enterarme). Seguidamente me dijo que, fracasar no significaba nada, que si "fracasaba", qué me importaba? Podía aprender, levantarme y seguir, pero saber que lo intenté. Y que la gente que era infeliz, era la gente que nunca en su vida se animó a nada, que nunca se animó a hacer lo que realmente quería. Y que ESO era fracasar. Y como le dije hace muy poquito a un amigo, y como me dijo una amiga también a mi hace poco, qué lindo que es conocer gente que te deja ALGO, aunque esa persona sólo sea pasajera y luego desaparezca. Probablemente en mi vida vuelva a ver a la persona que me dijo estas palabras, pero nunca me voy a olvidar de lo que me dijo, de lo que me hizo ver, del poder que tuvieron sus palabras y el efecto que causó en mi. El poder que tuvieron esas palabras me hizo querer revertir la situación en la que me encontraba, me hizo tomar el valor suficiente para decir: basta, no es lo que quiero, no estoy siendo feliz, no tengo ganas de esto, no puedo soportarlo, quiero ir por más. Ese fue mi primer paso, terminar de aceptar, y animarme a saltar ese abismo entre aceptar y ser pasivo, y hacer algo al respecto. 

Si pensaba que aceptarlo era difícil, tomar el empujón para llegar más alto y de hecho saltar, era aún más difícil, pero por suerte me llevó menos tiempo del que creí (fue como un mes, que para una persona tan ansiosa y desesperada por hacer como yo, es bastante)... El resultado fue, la sensación de alivio más grande que sentí en mi vida. Sentir que perdía un peso de encima, sentir que de repente podía volver a respirar, que tenía otra oportunidad. A la vez, era triste, empezar a desprenderse de esas cosas que crees únicas, incomparables, irrepetibles... Y seguramente sean todas esas cosas. Pero dicen que cuando se cierra una puerta se abre otra, o se abren ventanas... Aparecen nuevos caminos. Y no, no voy a encontrar algo igual, tampoco sé si mejor. Pero encontraré otra experiencia única. Porque todo, todos, somos irrepetibles, incomparables.

Creo que aceptar tiene que ver con la posibilidad de querer avanzar. Siempre dependiendo de poder ver, sentir, y escuchar más allá de las palabras de alguien más. Porque creo que siempre tiene que ver con lo que alguien te puede decir, pero no sé necesariamente si es quién te lo dice o qué te dice.. si no que te lo dicen en el momento menos esperado, probablemente sea la persona menos esperada y tu mente está tan poco preparada para escucharlo de esa persona, que no tuvo tiempo de cerrarse y bloquearlo, por suerte! Quizás es una forma inconsciente en realidad,de dejarlo entrar.


Hace poco, acepté muchas cosas, muchas sombras que había en mi interior. Y una vez más, fueron las palabras de la persona más inesperada, que me hicieron ver lo equivocada que estaba y por qué lo estaba. Y empecé a aceptar, que quizás yo tenga la culpa, pero no toda. Este proceso de aceptación también fue largo, pero es el principio del fin, ya estoy actuando, y ya empiezo a sentir, esa liviandad en mi alma. Con esa melancolía de sentir que empiezo a soltar, lo que no quiero dejar ir.

Qué problema tenemos las personas con el apego, el arraigo, y la intensidad con la que siente nuestro corazón.