Dicen que aceptar nuestros
problemas es el primer paso para superarlos. Nunca noté lo cierto que esto
podía ser.. Ni todo el trabajo que vendría detrás de la aceptación de los
problemas o inconvenientes que tenemos. Pero cuidado, no siempre son problemas los que tenemos
que aceptar para superar... a veces tenemos que aceptar cosas que nos pasan
para poder avanzar, ver con más claridad, saber un poco para dónde correr,
decidir tomar otras decisiones, otros caminos, encontrar soluciones en vez de
problemas.
La
primera vez que acepté un gran problema e intenté hacer algo al respecto... fue
difícil. Fue un año entero de pensar, saber en mi interior que estaba mal lo
que estaba pasando, pero no tener el suficiente valor para aceptarlo y hacer
algo al respecto;fue... aterrador. Era difícil saber que el mundo lo veía,
tener la sensación esa de que algo te abruma, te consume, pero no querer
soltarlo por miedo. Un día, conocí una persona que me dijo, entre otras cosas,
dos cosas muy importantes para mi: primero, habiéndome conocido ese mismo día
me contó un "secreto" muy personal, y seguidamente me dijo: este es
mi regalo para vos... regalarte algo tan mío que no le cuento a todo el mundo
(de hecho la persona por la cual lo conocí lo conocía hacía meses, y no sabía
aún lo que acababa de enterarme). Seguidamente me dijo que, fracasar no
significaba nada, que si "fracasaba", qué me importaba? Podía
aprender, levantarme y seguir, pero saber que lo intenté. Y que la gente que
era infeliz, era la gente que nunca en su vida se animó a nada, que nunca se
animó a hacer lo que realmente quería. Y que ESO era fracasar. Y como le dije
hace muy poquito a un amigo, y como me dijo una amiga también a mi hace poco,
qué lindo que es conocer gente que te deja ALGO, aunque esa persona sólo sea pasajera y luego desaparezca. Probablemente en mi vida vuelva a ver a la
persona que me dijo estas palabras, pero nunca me voy a olvidar de lo que me
dijo, de lo que me hizo ver, del poder que tuvieron sus palabras y el efecto
que causó en mi. El poder que tuvieron esas palabras me hizo querer revertir la
situación en la que me encontraba, me hizo tomar el valor suficiente para
decir: basta, no es lo que quiero, no estoy siendo feliz, no tengo ganas de
esto, no puedo soportarlo, quiero ir por más. Ese fue mi primer paso, terminar
de aceptar, y animarme a saltar ese abismo entre aceptar y ser pasivo, y hacer
algo al respecto.
Si
pensaba que aceptarlo era difícil, tomar el empujón para llegar más alto y de
hecho saltar, era aún más difícil, pero por suerte me llevó menos tiempo del que creí (fue como un mes, que
para una persona tan ansiosa y desesperada por hacer como yo, es bastante)...
El resultado fue, la sensación de alivio más grande que sentí en mi vida.
Sentir que perdía un peso de encima, sentir que de repente podía volver a
respirar, que tenía otra oportunidad. A la vez, era triste, empezar a
desprenderse de esas cosas que crees únicas, incomparables, irrepetibles... Y
seguramente sean todas esas cosas. Pero dicen que cuando se cierra una puerta
se abre otra, o se abren ventanas... Aparecen nuevos caminos. Y no, no voy a
encontrar algo igual, tampoco sé si mejor. Pero encontraré otra experiencia
única. Porque todo, todos, somos irrepetibles, incomparables.
Creo que
aceptar tiene que ver con la posibilidad de querer avanzar. Siempre dependiendo de poder ver, sentir, y escuchar más allá
de las palabras de alguien más. Porque creo que siempre tiene que ver con lo que
alguien te puede decir, pero no sé necesariamente si es quién te lo dice o qué te dice.. si no
que te lo dicen en el momento menos esperado, probablemente sea la persona menos esperada y tu
mente está tan poco preparada para escucharlo de esa persona, que no tuvo
tiempo de cerrarse y bloquearlo, por suerte! Quizás es una forma inconsciente en
realidad,de dejarlo entrar.
Hace
poco, acepté muchas cosas, muchas sombras que había en mi interior. Y una vez
más, fueron las palabras de la persona más inesperada, que me hicieron ver lo
equivocada que estaba y por qué lo estaba. Y empecé a aceptar, que quizás yo
tenga la culpa, pero no toda. Este proceso de aceptación también fue largo, pero es el principio del fin, ya estoy actuando, y ya empiezo a sentir, esa liviandad en mi
alma. Con esa melancolía de sentir que empiezo a soltar, lo que no quiero dejar
ir.
Qué problema tenemos las personas con el apego, el arraigo, y la intensidad con la que siente nuestro corazón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario