"La buena noticia sos vos, sos vos",
pensaba. Se mezclaba esa frase, una imagen, y el hermoso recuerdo de unos
labios esperados, que llegaron inesperadamente. Después, creí decir en voz alta
y al mismo tiempo que la siguiente canción "Y
que toda el alma se disuelva en el amor ". De repente me di cuenta, estaba acostada... entre medio de estar
soñando un imposible, que era hoy un nuevo recuerdo, que me inundaba de
emociones el corazón y me desbordaba el alma de sentimientos, y la realidad.
Así de intenso, así de fuerte, como a mi me gusta. Así de incontenible,
incontrolable, así de inaguantable, así de rebasador. Así como siempre describo
lo que quiero y necesito que me pase por dentro. Así como quiero que se me
mueva la vida, así de único, así de incomparable, que ponga la vara allá arriba,
casi inalcanzable. Aunque sea por un instante, un segundo, un día... Pero que
sea el momento más feliz hasta el siguiente momento más feliz.
No me importa que crean que el
amor no existe. No, no me importa que me lastimen, que me engañen, que me
demuestren que las cosas no son como yo creo que son. No, no voy a dejar de
amar cada cosa, cada persona, cada instante de mi vida. No, no voy a dejar de
tener esperanzas. No, no voy a dejar de querer sentir cada fibra de mi ser
con la intensidad del último segundo, ni cada sentimiento, ni cada beso,
sonrisa, persona o caricia. NO, NO EXAGERO.
Sí, me pasa que yo tengo esa
forma ilusa de ver algunas cosas.
A mi me gusta la intensidad, el
amor loco, ese en el que te morís por el otro, que te ves y te tenés que
abrazar, no hacerlo no es una opción porque las ganas te brotan de
adentro, que las ganas de ver al otro te matan, te genera ansiedad, y la espera
es eterna. Esa sensación de felicidad extrema cuando te dan un beso, te
abrazan, te acarician. Hablarnos y ver ese brillo en la mirada del otro, que no
solemos tener todos los días, sentir el alma de la otra persona en cada abrazo. Sonreírnos incontrolablemente.