31 diciembre, 2013

Adiós 2013



Llegó de nuevo el último día del año. Y volvemos a arrancar. Cuando terminó mi 2012 creí haber aprendido mucho y sólo esperaba que el 2013 fuera mejor que el año que pasó. Al principio no fue lo que esperaba, un poco ambigüo es mi recuerdo del verano, creo que fue uno de los veranos más divertidos de mi vida pero también descubrí y me encontré con partes muy oscuras.. Pero que al fin y al cabo, como siempre digo, pasan por algo y me ayudaron hoy por hoy a destrabar, a descubrir y solucionar conflictos internos. Empecé a modificar muchas de esas cosas que me impedían ser feliz.

Sé que muchas personas cuestionan el modo de vida y mis formas, lo que hago lo que no y por qué, sé que muchos no comparten y lo noto en el tono de cada pregunta que me han hecho, cada comentario, cada mirada. Pero estoy tranquila. Creo que todo es mucho más simple de lo que todos creen. Creo que no hay muchas vueltas. Creo que uno tiene que hacer lo que quiere, cuando quiere, con quien quiere. Creo que hay que sonreír, con razón o porque sí. Creo que hay que abrazar cuando te invaden las ganas de abrazar. Besar. Decir te quiero. Creo que hay que bailar cada vez que se tiene oportunidad, bien o mal, u horriblemente. Hacer todas las preguntas que queramos. Quedar como tontos. Confundirnos y usar las palabras equivocadas. Creo que hay que hacer reír, hay que mostrar lo que somos, lo que queremos, hay que mostrar lo que nos importa. Creo que hay que acercarse a las personas que nos hacen bien, aunque sea por un rato. Alejarse de las personas que solo nos hacen mal. Aprender a mirar todo a la distancia, para ser objetivos (cuando tenemos ganas de ser objetivos). Creo que es mejor la simpleza, el no conflicto, la sorpresa de conocer lo desconocido, encontrar gente nueva a cada paso que damos... sin miedo a que nos lastimen, probablemente no lo hagan y sólo nos enseñen algo nuevo antes de irse otra vez. Creo que es mejor creer siempre lo mejor, esperar siempre lo mejor, vivir de la mejor manera posible. Perdonar. Amar. Vivir. Creo que es mejor vivir.

Creo que hasta hace algún tiempo atrás, no pensaba en tanto balance... No recuerdo haber podido apreciar siempre todo lo bueno de lo que pasó, pero este es otro año en el que agradezco todo lo vivido (lo bueno, lo malo, lo mas o menos) todo me enseñó, todo me dejó algo. Agradezco haberme cruzado a tanta gente linda en el camino, todo lo que me enseñaron, todo lo que me dejan, todo lo que me dan. Agradezco haber reído tanto, agradezco haber llorado tan poco. Agradezco cada abrazo hermoso que recibí, cada mirada reconfortante, agradezco cada beso. Agradezco cada te quiero que he recibido. Agradezco todo eso que para muchos pasa desapercibido, pero que hacen que mi vida sea para mi tan hermosa. 

Brindo por otro año que se va, por todo lo lindo que me dejó, y brindo porque al finalizar el año que viene mi balance pueda ser igual de lindo o aún mejor. Y brindo también, por alguien que hoy no está en cuerpo, pero siempre está en mi corazón.

Y que sea un feliz año nuevo!


14 diciembre, 2013

Somebody to love

Muchas personas me dijeron que había hecho un duelo, pero no todos los que se supone que tenía que hacer. Muchas personas intentaron indagar, ahondar, llegar a que mi respuesta sea "Sí, es verdad, nunca hice ese duelo", pero creo que fui tan convincente con los demás, y conmigo misma que hasta me lo terminé creyendo, que el mundo también lo creyó (o simplemente ya no les di ganas de insistir).

Al fin, creo que puedo dejar de mentirme con eso de que había terminado todo bien, de que fue una decisión racional, que en su momento hasta nos seguíamos amando, que no fue que se terminó el amor, que podíamos ser amigos. Que siempre iba a pensar bien de él, a quererlo, que siempre iba a formar parte de mi vida de una forma u otra. Que nuestra separación había sido no tan separación porque hasta en eso nos acompañamos, pero es que nunca nos terminamos de separar. Y para avanzar, hay que poder soltar y dejar ir.

Todavía me acuerdo la primera vez que él me dijo "Yo no soy para vos", la angustia que sentí. Es algo hasta inexplicable, porque nunca en mi vida había sentido TAL dolor. Literalmente sentí ese dolor infinito en el pecho, profundo, desgarrador, y el ruido de los pedacitos de mi corazón rompiéndose, separándose el uno del otro. Me largué a llorar, me metí al baño. No quise escucharlo, no quise entender, saber, no quise aceptarlo. Quería creer que el amor lo podía todo, que no importaban las diferencias, que no importaba que yo siempre quisiera más y que el nunca pudiera darme más. Que no importaba sentirme siempre en segundo lugar. Que no importaba que pensáramos tan diferente en tantas cosas. Que no importaba, porque nos amábamos. Y así seguimos. Creo que esa convicción de que no importa, esa ilusión (que a su vez me convirtió en una ilusa) tiene que ver con la juventud. Es increíble, pero la intensidad con la que uno siente a veces, hace que nada importe. Te da esa fuerza que sacás quién sabe de dónde. Te hace creer que sos invencible.

Y realmente las cosas no fueron malas. Fueron lo más cercano a la felicidad que tuve. Y siempre se lo dije, siempre me sacó las sonrisas más sinceras, las risas más reales y más profundas que, hasta ese entonces sólo provocaban en mí dos personas: él y mi hermana. Sólo que el tiempo lo fue arruinando todo. Solo que en algún momento fue más fácil decir no puedo, y en algún momento nos acostumbramos a que las cosas sean como eran. Yo no sé si a él le pasó lo mismo. Nunca sabré su versión de la historia... Porque es de esas personas que se creen que con lo que dicen nos están explicando todo, pero en realidad él te dice: la luna, cuando quiere decir: la luna me hace pensar en vos. Y no hay forma de entendernos así. Quizás el también sintió que yo estaba en falta, quizás a él le faltó de todo.. Pero nunca me lo dijo. Yo fui sintiendo cómo se alejaba, con el paso del tiempo. Como iba quedando más en segundo plano, aunque según él no fuera así. Sé que quizás es mi necesidad y mi exigencia, y es justamente algo MIO. Pero no sé si tenga que corregirlo porque es quién soy. Simplemente quizás nuestras personalidades no coincidían y no iban a poder superar las adversidades. Pero creo que en algún punto simplemente me cansé.

Siempre sentí que podía dejarlo todo por él, la vida misma. Y que podía dar más de lo que tenía. Y así creo que lo hice. Siempre entendí quién era (es que eso fue lo que siempre me encantó de él: que fuera la persona más libre que conozco). Nunca quise cortar sus alas, pero tal vez hubiera necesitado que las compartiera.

Creo que un año antes empecé a pensar que quizás ya no estaba enamorada, que quizás ya no quería estar con él. Que ya me costaba ser feliz. Que cada vez sentía menos. Que cada vez le interesaba menos... a medida que sus otros intereses crecían. Y un día se lo dije, se lo pregunté: - vos sos consciente de que te quiero dejar? Y el me dijo que sí. ¿Tan obvio era? Y tan poco quería hacer por los dos? Quizás ante su respuesta y sus reacciones, ese debería haber sido el punto final. Pero no, seguimos intentando mejorar, cambiar, seguir creciendo, seguir amándonos. Algunas cosas mejoraron. Pero el cansancio que había acumulado ya no se iba. Estaba cansada de esperar algo tan simple como por ejemplo una flor cortada de un jardín (flor que me regaló  meses después de cortar para darme las gracias... Por qué no me dijiste gracias alguna vez antes en 4 años?). 

La segunda vez que sentí cómo se me rompía el corazón, fue menos intenso, pero más triste. En realidad no se me rompía porque no quería creer lo que me decía y porque quería seguir sin importarme nada. Esta vez fue triste, porque sentí cómo se me iba yendo un poco del amor que sentía por él. También, de una tontería. Pero cómo me dolió! Al menos yo intentaba!

La tercera vez, fue todavía más triste.. me enojó. Me desilusionó. Me partió el alma. Terminé de convencerme de que no le importaba y de que realmente, no quería intentarlo. Y me acuerdo que cuando volvió le dije: - que yo sonría... No quiere decir que me haya olvidado de que las cosas no están bien entre nosotros y si realmente querés que las cosas mejoren empezá a hacer algo.

Al tiempito pasó el gran acontecimiento de  mi vida, que definitivamente marcó un antes y un después: la enfermedad de mi viejo. Ya no tenía energías para ocuparme de algo de lo que había intentado ocuparme tiempo atrás. No tenía ganas. No me importaba. No cabía en mi cabeza. Tampoco ya me hacía feliz. No quería intentar componer algo que no tenía forma de recomponer. Había agotado. Le di tanto, que ya no tenía nada más para dar, y qué triste es sentirse tan vacío. Y un día entonces decidí ir en busca de MI felicidad, fui egoísta por primera vez en la relación, realmente egoísta (porque tantas veces patalee pero él siempre hizo lo que quiso, porque sí, él era libre!). Y cuando volví de mi pequeña aventura... no sentí que se me rompiera el corazón.. Ya estaba roto. Sabía cómo iba a recibirme. Sabía qué iba a decirme. Qué iba a hacer. Qué iba a pensar. Nada me sorprendió. Y cuando volví con el corazón roto y sin intenciones de ponerle curitas, las cosas no hicieron más que empeorar. Hasta que un día le pregunté, lo que debería haber preguntado tiempo atrás, creo que lo pregunté en voz alta por inercia, pero fue exteriorizar lo que anteriormente nunca quise soltar: ¿Podemos seguir así? NO. La respuesta era NO. (y es lo que me pregunto siempre ahora cuando algo no me está cerrando, es increíble la cantidad de cosas que soluciono preguntándome esto)

Esa noche me fui, antes de que volviera. Le dejé una notita en un cuaderno, que ya no recuerdo ni qué decía, pero seguro decía algo lindo. Porque a pesar de todo, él fue mi primer y gran amor. Y fue tan lindo en tantas cosas, que sólo a la distancia puedo realmente ver todo lo mal que me hacía a la vez. Pero es así, creo. El amor saca lo mejor y lo peor de uno.

Lamentablemente, en algún punto creo que nos separamos, pero no "terminamos la relación". Y otra vez nos equivocamos. Creía que estaba bien que pudiéramos contenernos mutuamente y acompañarnos en el camino de extrañarnos, acostumbrarnos a desacostumbrarnos, a no saber si nos amábamos, si era lo correcto. Y muchos me lo dijeron, es imposible. Ahora me di cuenta de que mi condición de ilusa era aún más grande o más grave de lo que creía. Me enojé cuando me lo dijeron, otra vez no lo quise creer, aceptar, ver... Quería darme la cabeza contra la pared. Y así fue.

Lo peor de todo es que después de habernos "separado", siguió rompiendo lo que quedaba sano de mi corazón. Con tantas cosas que me dijo. Con tantas cosas que me hirieron aún más, y arruinaron no sólo mi corazón (o lo que quedaba de él), sino a él mismo.


Darse cuenta de que la persona de la que estábamos enamorados, no está, no existe. Que tiene otras actitudes, otras formas que antes quizás no veíamos. Te termina de dejar sensación de desolación. Y seguramente él también se desilusionó de mi. Quizás él tampoco puede entenderme ahora. Probablemente no comparte lo que hago, lo que digo, cómo pienso (menos que antes). Y si en él generaba esta diferencia lo divertido para relacionarnos, en mí hoy genera más distanciamiento. No entiendo a veces qué quiere o qué espera de mi, de nosotros. Y ya no quiero entenderlo, no quiero sufrirlo. No quiero temblar de nervios. No quiero llorar de angustia, de desilusión. Ya di todo, desde mi corazón entero hasta las lágrimas, hasta mi corazón en pedacitos. Esto no quiere decir que ya no lo quiera en absoluto, ni tampoco que vaya a olvidarlo, creo que nunca voy a poder no quererlo y menos olvidarlo. Pero quizás, era hora de entenderlo. Quizás ya era hora de despedirnos.

26 noviembre, 2013

Cerrando Círculos - Paulo Coelho

"Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.

Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Por eso cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate."


Cerrando Círculos - Paulo Coelho

13 noviembre, 2013

Tan simple como eso

La cotidianidad con la que vivimos, hace que le restemos importancia a cosas que ya nos son tan comunes, tan básicas, tan de todos los días, o todos los años. Hace  que no le prestemos atención a pequeños detalles, a pequeñas personas, frases, palabras. Sólo el día en que esa persona, palabra, frase, cartel, casa, deja de estar dentro de nuestra cotidianidad es que nos damos cuenta de que... nos hace falta, no estamos completos sin ella.

A veces pienso si es que extraño sólo las palabras, o será su voz, o el tono inconfundible en que me lo decía, la mirada que acompañaba, el beso o su sonido. Y no logro identificar qué parte de todo es, o si en realidad en este caso es un todo. Probablemente así sea. Y qué insignificante, poco memorable, normal me parecía cada vez que llegaba ese día y al despertarnos y encontrarnos (generalmente en la cocina) él me decía esas palabras. Y ahora que no las dice más, me parece tan importante. Lo necesito tanto. Lo extraño tanto. Me desgarra el corazón.Y lo único que puedo pensar es en que, ya nunca lo tendré. Y lo peor, es que sé que me queda la vida entera e incontables días en que pensaré exactamente lo mismo.

Algunas cosas, se recuerdan con tristeza. Pero, lo lindo es, cuando recordamos algunas de otras cosas con alegría. Una alegría extraña, llena de melancolía. Como ayer, que mientras mi hermana limpiaba la mesa para apoyar su compu, yo traía la mía y le corría las cosas a "su lado" de la mesa. Hasta que me mira y me dice, sos una viva bárbara, yo corro todo para poner la compu y vos me ponés más cosas acá arriba. No pude evitar tentarme de la risa y decir: como hacía papá, y relatarles esto que hacía mi viejo: terminaba de comer, juntaba sus miguitas y las empujaba hacia algún otro lugar de la mesa (el de alguien más). Aunque el otro estuviera comiendo... o también intentando limpiar SU lado de la mesa. Esos momentos son momentos encontrados, donde me río de algo que era cotidiano, lo hacía SIEMPRE, y cada tanto lo retábamos, pero era normal, e insignificante. Creo que es un detalle que no había recordado desde que se fue. Pero ayer lo recordé, recuperé un pedacito de cotidianidad y lo volví risa. Eso es lo lindo de recordar, y creo que es lo lindo que todos deberíamos intentar. Recordar con alegría.

Lo malo de aquellos que se van para no volver, es que ya nunca los volveremos a tener, eso es lo triste, la necesidad de tenerlos, quererlos, abrazarlos, mirarlos y no poder. Pero al menos nos deja con lo que ya tenemos, para recuperarlo, para revivirlo, para reírlo, para disfrutarlo... sin posibilidad de arruinarlo porque ya pasó, ya está, es como es, no hay forma de cambiarlo. Lo malo de aquellos que se van, pero cuando quieren vuelven... es que tienen chance de arruinarlo todo. Y creo entonces que prefiero que los que se van y pueden volver, no vuelvan. Y creo entonces que prefiero que los que se van y no pueden volver, queden siempre guardados en mí, con su mejor sonrisa, con su mejor abrazo, su mejor mirada, su mejor frase, sus mañas, y el mejor recuerdo. 


Qué bueno sería, darnos cuenta de que lo que más felices puede hacernos, son esas cotidianidades, es tan simple y tan fácil! ¿Podemos empezar a rescatarlas hoy? ¿Podemos empezar a valorarlas hoy? ¿Podemos convertirlas en sonrisas desde hoy ¿Podés llegar a tu casa y abrazar a la persona que te recibe todos los días? ¿Podés guardar cada hola, cada feliz cumple, cada beso, cada abrazo, cada sonrisa, que te dedica cada persona que te quiere? Son cosas invalorables, son tesoros, son alegrías, son cosas únicas. 




Es felicidad. Tan simple como eso.

02 septiembre, 2013

La buena noticia fuiste vos

"La buena noticia sos vos, sos vos", pensaba. Se mezclaba esa frase, una imagen, y el hermoso recuerdo de unos labios esperados, que llegaron inesperadamente. Después, creí decir en voz alta y al mismo tiempo que la siguiente canción "Y que toda el alma se disuelva en el amor ". De repente me di cuenta, estaba acostada... entre medio de estar soñando un imposible, que era hoy un nuevo recuerdo, que me inundaba de emociones el corazón y me desbordaba el alma de sentimientos, y la realidad. Así de intenso, así de fuerte, como a mi me gusta. Así de incontenible, incontrolable, así de inaguantable, así de rebasador. Así como siempre describo lo que quiero y necesito que me pase por dentro. Así como quiero que se me mueva la vida, así de único, así de incomparable, que ponga la vara allá arriba, casi inalcanzable. Aunque sea por un instante, un segundo, un día... Pero que sea el momento más feliz hasta el siguiente momento más feliz.

No me importa que crean que el amor no existe. No, no me importa que me lastimen, que me engañen, que me demuestren que las cosas no son como yo creo que son. No, no voy a dejar de amar cada cosa, cada persona, cada instante de mi vida. No, no voy a dejar de tener esperanzas. No, no voy a dejar de querer sentir cada fibra de mi ser con la intensidad del último segundo, ni cada sentimiento, ni cada beso, sonrisa, persona o caricia. NO, NO EXAGERO.

Sí, me pasa que yo tengo esa forma ilusa de ver algunas cosas. 


A mi me gusta la intensidad, el amor loco, ese en el que te morís por el otro, que te ves y te tenés que abrazar,  no hacerlo no es una opción porque las ganas te brotan de adentro, que las ganas de ver al otro te matan, te genera ansiedad, y la espera es eterna. Esa sensación de felicidad extrema cuando te dan un beso, te abrazan, te acarician. Hablarnos y ver ese brillo en la mirada del otro, que no solemos tener todos los días, sentir el alma de la otra persona en cada abrazo. Sonreírnos incontrolablemente.



13 agosto, 2013

"Voy a contar de menos, voy a dar de más"

No todo lo que brilla es oro, innegable.

Creo que por prejuzgar tanto (para bien o para mal) a veces es que vivimos de decepción en decepción, o de sorpresa en sorpresa. Cuántas lindas sorpresas me he llevado últimamente, es que algo tan opaco que pude haberme encontrado me regaló al fin tanta luz. Cuán pocas tristezas o desilusiones he tenido por creer que algo que brillaba y me encandilaba me haría tan feliz, pero simplemente me encandilaba y no me dejaba ver más allá. 

Un rasgo humano que necesito aprender urgentemente, y que a la vez me parece tan detestable en algunos es el EGOISMO. Pero al fin y al cabo, por supervivencia uno tiene que ser egoísta, fijarse en uno mismo, en SU bienestar. Es verdad que si uno no está bien consigo mismo es difícil que pueda estar bien con el mundo que lo rodea.. así que sí, lo primero es asegurarse de que uno está bien, preocuparse por sus propios problemas, dolores, tristezas, heridas, o roturas. Y después vemos, si tenemos suficiente energía para salir al rescate de alguien más. 

A veces me pongo a pensar en sí, yo también habré sido tan egoísta alguna vez como para no escuchar NADA de alguien más, y agotarle las energías concentrándome sólo en mi... Puede ser que alguna vez lo haya hecho, soy bastante egocéntrica (muchas) veces, pero deben haber sido contadas con los dedos de una mano las veces en las que hice oídos sordos; ya que en mis últimos 365 días me pregunté más de una vez:  ¿Y a mí quién me ayuda?

Resulta que hace algunos meses empecé a ir a la psicóloga, que me viene ayudando bastante. Hablo miles de palabras por segundo, probablemente la mayoría de las veces híper incoherente, contradiciéndome, nombrando 50 personas por minuto y saltando de tema en tema como hago normalmente, y ella sigue cada una de las cosas que le dije; y no sólo eso; las toma, las procesa, las interpreta y me da una devolución que oportunamente hace que llegue el agua que a veces  no me llega al tanque y piense y actúe en base a ese nuevo descubrimiento o lucidez repentina. Y ella, creo que desde el primer día me dice que siempre pongo a los demás por delante.. ¿Por qué? Si tengo el mismo derecho que cualquier otra persona sobre la faz de la tierra a estar mal, a llorar, a tener preocupaciones, a no querer ir a un lugar, a no querer ver a alguien, a no tener ganas de soportar alguna estupidez, a no callarme, a decir lo que pienso, lo que quiero y lo que no, etc etc etc. Y es cierto, pensé que lo hacía sólo en algunos ámbitos de mi vida. Y me di cuenta de que no, lo hago SIEMPRE. Y qué grave error! 

Por qué tengo que escucharte yo a vos, y ayudarte, y darte tanto, y que te quedes con tanto de mi, para encima irte y dejarme preguntando dos cosas (con insatisfacientes respuestas): ¿Yo con qué me quedo? ¿Y a mí quién me ayuda? Triste es darse cuenta de que uno siempre da todo, lo mejor, pero que todo y lo mejor muchas veces y probablemente se agote. Porque todo tiene un límite.. Y que feo es quedarse seco, con sensación de que no hay más nada para dar y que uno ya no debería dar tanto. Pero no, el error no es dar, es dar por demás, es dar sin recibir. Sí, ya sé, se supone que damos porque damos, porque nos sale así, porque queremos, sin obligación alguna, sin esperar nada a cambio. PERO ES MENTIRA. Uno siempre da, esperando que del otro lado o de algún otro lado alguna vez el universo conspire para devolvernos ALGO. Un amigo mío, a quien admiro secretamente, dice que eso del Karma no existe... Yo creo que sí, pero quizás empiezo a darme cuenta de que esa devolución no siempre viene sola, sino que uno tiene que reclamar lo que le corresponde y si no le dan nada será que los demás son demasiado egoístas para devolverte al menos un poco, o será que no se dan cuenta de lo que nos corresponde. Y allá ellos, será su pérdida por no devolver nada, en algún momento dejarán de recibir todo.


Me cansé de silenciar, de que me de igual, me cansé de ayudar, de escuchar, de esperar. Me cansé de dar por demás a la gente que no lo valora de la manera que yo necesito. Me cansé de la desigualdad. Me cansé. Simplemente me cansé. Me gustaba mucho la frase "voy a contar de menos, voy a dar demás". Será mi esencia, pero es hora de hacerme un favor a mí... Probablemente siga dando de más, pero ya no contando de menos. 


Seamos más egoístas cuándo lo necesitemos, pero no dejemos de mirar a los costados. No sólo vos estás roto, todos estamos rotos, yo también.

25 julio, 2013

Risas. Sonrisas. Amor y Perdón.

Tantas cosas debería haber hecho para no sentirme así hoy. Tantas cosas tendría que haber dicho para no sentir que me ahogo. A veces es inevitable el vómito de palabras, el desborde de sentimientos, la necesidad de hablar, de decir, de hacer. Pero otras veces es tan difícil. Me acuerdo que a veces cuando te iba a decir que te quiero, me daba esa sensación de nervios y vergüenza por decírtelo. Sentía lo frágil y vulnerable que quedaba ante vos, y así muchas veces evité decirte algo, mostrarte algo, darte algo. Pero que estupidez, qué te importaba a vos que yo quedara vulnerable. 



Me acuerdo de ese día que volvíamos a casa por Juan B. Justo... vos manejabas, andá a saber de qué hablábamos... nuestras charlas eran más lindas últimamente, y te lo dije, te dije que te quiero, te sonreíste, y no me miraste ni por un segundo, seguiste manejando. Y te dije con mi tono de nena caprichosa e indignada entre medio de unas sonrisas: - Te dije que te quiero, decime que me querés! Te reíste y me contestaste con un rotundo no, te volviste a sonreír inmediatamente después. Y te contesté riéndome:  te estoy rogando que me digas que me querés y no me lo vas a decir? Te volviste a reír sin mirarme, y esta no era una risa o sonrisa de esas falsas que ponías para las fotos (salías en todas igual), era genuina. Y creo que hace poco me di cuenta de que siempre me sonreías genuinamente a mi. Me volviste a decir que  no. Pero esa sonrisa que tenías era de felicidad, porque te dije lo que ya sabías, no? Que te quiero. Era de alegría y de complicidad, para molestarme porque no me ibas a decir te quiero nunca, pero los dos sabíamos. Me costaba, pero a veces lo intentaba. Creo que ahora sé que vos también lo intentabas, pero a tu manera.

Y ahora, me pregunto infinidad de cosas. Empezando por saber cómo te desahogás con alguien que ya no está? ¿Cómo le expresás todo lo que te quedó adentro? ¿Cómo le mostrás que lo extrañás, que lo necesitás? ¿Cómo sentís ese abrazo que ya no te pueden dar? ¿Cómo evitás el miedo, la tristeza y la melancolía de algún día olvidarte de su rostro, de su aroma, de su voz, de su sonrisa, su mirada? ¿Algún día tendré respuesta para todas las preguntas que me hago, cada día, desde antes de que te fueras? ¿Algún día nos encontraremos? Allá arriba, acá, donde sea... 


Lo más lindo que alguien me dijo 
sobre nosotros, es que nos habíamos perdonado. Sin pedirnos perdón, sin decirnos te perdoné. Esa mirada tan triste que tenías, en la que yo veía una profundidad que nunca antes vi... Será que supiste antes que nosotros todo lo que iba a pasar? No importa... Me regalaste algo tan lindo, cada vez que yo llegaba, tu mirada se iluminaba, TANTO. Creo que fue la primera vez que sentí o me di cuenta de que alguien me miraba con amor, y qué lindo tu amor viejo! Tan cálido, pero tan tarde... Tan tarde  me di cuenta de todo lo que nos queríamos. 

A veces, supongo, no hace falta decir tanto... Pero sí, pararnos en los pequeños detalles, que son de los más lindos. Perdón por nunca decirte que te amo. Perdón por no poder querer dejarte ir. Perdón por no parar antes.



16 julio, 2013

El verbo de hoy es afrontar

Algunas etapas en nuestras  vidas, a veces necesitan una especie de cierre, me gusta más la palabra en inglés “Closure”. Un cierre generalmente, para mí, es un hecho, acción, situación que necesita suceder o debemos afrontar para poder… justamente cerrarlo, según el diccionario podría significar también una conclusión.  Me gustaría poder decir que darle cierre a algo significa “dejarlo atrás”, pero me convenzo día a día de que no necesariamente quedará atrás. Tal vez logre quedar pasivamente a un costado, nos abra paso y nos suelte para ser un poco más libres que ayer.

Es difícil a veces saber cómo debemos enfrentar, darnos cuenta de la manera. No sé si tiene que ver un poco con la aceptación… ésta quizás se relaciona más con una especie de obstáculo que se nos presenta o dificultad, cosas que no nos dejan movernos, que a veces paralizan o asustan, nos ata de pies y manos. Y que en algún momento deberemos traer al frente y aceptar, por nuestro propio bien. Por nuestra sanidad mental, física y/o espiritual.

En cambio darle a algo un cierre se siente más como una necesidad moral, casi un llamado natural. Algo que nos hará bien, o no, y también ayudará a otros a moverse en la dirección correcta, o bien al menos les moverá un tacho de sentimientos. Afrontar y dar cierre, es sincerarse. Sincerarse con uno mismo, y decirle o mostrarle la verdad al mundo.
La verdad es tan importante, y tiene tanto poder. Quizás porque  yo creo haber estado rodeada de muchas mentiras, durante un largo tiempo es que la considero tan importante, aunque no siempre le soy leal a mis ideales. Tantas mentiras y cosas ocultas que aprendí a omitir, a no darle importancia. No decirlas y a ocultarlas yo también. Pero al fin y al cabo, la verdad es siempre lo más sano. Lo mejor que podemos darle a alguien más. Sobre todo si es bien intencionada. La verdad, puede ser tan dolorosa…. Pero es como ese golpe inevitable, que te puede doler y hacerte reír, o derrocarte y dejarte tirado un rato. Pero seguro te enseña algo, te deja algo… Afrontar puede significar cerrar una etapa, ser una despedida, convertirse en un final. Afrontar es un gran verbo. Seguro también significa un nuevo comienzo.

08 julio, 2013

Aceptación

Dicen que aceptar nuestros problemas es el primer paso para superarlos. Nunca noté lo cierto que esto podía ser.. Ni todo el trabajo que vendría detrás de la aceptación de los problemas o inconvenientes que tenemos. Pero cuidado, no siempre son problemas los que tenemos que aceptar para superar... a veces tenemos que aceptar cosas que nos pasan para poder avanzar, ver con más claridad, saber un poco para dónde correr, decidir tomar otras decisiones, otros caminos, encontrar soluciones en vez de problemas.

La primera vez que acepté un gran problema e intenté hacer algo al respecto... fue difícil. Fue un año entero de pensar, saber en mi interior que estaba mal lo que estaba pasando, pero no tener el suficiente valor para aceptarlo y hacer algo al respecto;fue... aterrador. Era difícil saber que el mundo lo veía, tener la sensación esa de que algo te abruma, te consume, pero no querer soltarlo por miedo. Un día, conocí una persona que me dijo, entre otras cosas, dos cosas muy importantes para mi: primero, habiéndome conocido ese mismo día me contó un "secreto" muy personal, y seguidamente me dijo: este es mi regalo para vos... regalarte algo tan mío que no le cuento a todo el mundo (de hecho la persona por la cual lo conocí lo conocía hacía meses, y no sabía aún lo que acababa de enterarme). Seguidamente me dijo que, fracasar no significaba nada, que si "fracasaba", qué me importaba? Podía aprender, levantarme y seguir, pero saber que lo intenté. Y que la gente que era infeliz, era la gente que nunca en su vida se animó a nada, que nunca se animó a hacer lo que realmente quería. Y que ESO era fracasar. Y como le dije hace muy poquito a un amigo, y como me dijo una amiga también a mi hace poco, qué lindo que es conocer gente que te deja ALGO, aunque esa persona sólo sea pasajera y luego desaparezca. Probablemente en mi vida vuelva a ver a la persona que me dijo estas palabras, pero nunca me voy a olvidar de lo que me dijo, de lo que me hizo ver, del poder que tuvieron sus palabras y el efecto que causó en mi. El poder que tuvieron esas palabras me hizo querer revertir la situación en la que me encontraba, me hizo tomar el valor suficiente para decir: basta, no es lo que quiero, no estoy siendo feliz, no tengo ganas de esto, no puedo soportarlo, quiero ir por más. Ese fue mi primer paso, terminar de aceptar, y animarme a saltar ese abismo entre aceptar y ser pasivo, y hacer algo al respecto. 

Si pensaba que aceptarlo era difícil, tomar el empujón para llegar más alto y de hecho saltar, era aún más difícil, pero por suerte me llevó menos tiempo del que creí (fue como un mes, que para una persona tan ansiosa y desesperada por hacer como yo, es bastante)... El resultado fue, la sensación de alivio más grande que sentí en mi vida. Sentir que perdía un peso de encima, sentir que de repente podía volver a respirar, que tenía otra oportunidad. A la vez, era triste, empezar a desprenderse de esas cosas que crees únicas, incomparables, irrepetibles... Y seguramente sean todas esas cosas. Pero dicen que cuando se cierra una puerta se abre otra, o se abren ventanas... Aparecen nuevos caminos. Y no, no voy a encontrar algo igual, tampoco sé si mejor. Pero encontraré otra experiencia única. Porque todo, todos, somos irrepetibles, incomparables.

Creo que aceptar tiene que ver con la posibilidad de querer avanzar. Siempre dependiendo de poder ver, sentir, y escuchar más allá de las palabras de alguien más. Porque creo que siempre tiene que ver con lo que alguien te puede decir, pero no sé necesariamente si es quién te lo dice o qué te dice.. si no que te lo dicen en el momento menos esperado, probablemente sea la persona menos esperada y tu mente está tan poco preparada para escucharlo de esa persona, que no tuvo tiempo de cerrarse y bloquearlo, por suerte! Quizás es una forma inconsciente en realidad,de dejarlo entrar.


Hace poco, acepté muchas cosas, muchas sombras que había en mi interior. Y una vez más, fueron las palabras de la persona más inesperada, que me hicieron ver lo equivocada que estaba y por qué lo estaba. Y empecé a aceptar, que quizás yo tenga la culpa, pero no toda. Este proceso de aceptación también fue largo, pero es el principio del fin, ya estoy actuando, y ya empiezo a sentir, esa liviandad en mi alma. Con esa melancolía de sentir que empiezo a soltar, lo que no quiero dejar ir.

Qué problema tenemos las personas con el apego, el arraigo, y la intensidad con la que siente nuestro corazón.

17 junio, 2013

Haz lo que yo digo, no lo que yo hago.

Por qué será que, cuando se trata de alguien más, siempre sabemos qué es lo que debería hacer, decir, cómo debería enfrentar determinadas situaciones, personas, qué actitud debería tomar ante la vida, cómo debería ser la relación con su pareja, con su ex, con sus hijos, hermanos o padres. Podemos llegar a tener las palabras más adecuadas, de ser necesitadas. Pero cuando se trata de nosotros mismos, aplicaría mejor el famoso dicho "haz lo que yo digo, no lo que yo hago".

Yo vivo hablando de decir siempre la verdad, vivo diciéndole al mundo que hay que expresarse, hacer lo que uno quiere porque la vida es una sola y hay que aprovecharla para ser feliz mientras dure. Vivo predicando el decirle a nuestros seres queridos cuanto los queremos, cuanto los amamos, necesitamos, extrañamos. Sin miedo a nada y sin vergüenza, porque al fin y al cabo que más lindo que expresar cariño?!

Aún así, de vez en cuando, me encuentro en determinadas situaciones en las que me doy cuenta de que todo lo que siempre odié de mi familia y del mundo en general, porque para mí es inentendible, y es lo que estoy siendo! Y como dice una canción de una banda que conocí hace poco: me sentía especial, no me veía como uno más, pero lo fui lo mismo.
 Es inentendible para mí no decir las cosas, no expresarse, no liberar todo lo que uno tiene dentro! Cuando tenés cosas adentro, cuando querés a alguien, cuando estás feliz o emocionado, o cuando estás triste... cómo meterlo adentro y no largarlo? Y qué bronca no largarlo!

Por qué me cuesta tanto decir todo lo que tengo para decir? Siempre creí que hablando, largando todo, llorando todo lo que hay que llorar y riendo todo lo que hay que reír el alma se liberaría. Pero no me sale ni media lágrima, quizás porque en el fondo siento que no puedo mostrarme, y mucho menos ser, débil.

Por qué me cuesta tanto abrir la boca para gritarle a mi vieja, a mi hermana, mi hermano y mis sobrinos: LOS AMO con el alma entera y cada pedacito de mi ser! Pero me sale abrazarlos, y gritarles por otras cosas, quizás sea que me da vergüenza mostrarme tan vulnerable.

Por qué casi ni puedo mirar a los ojos, abrazar, acercarme y decirle a ese pibe que me gusta, que me encanta! Quizás sea por mi miedo al rechazo, las heridas que quedan de un bajo autoestima.

Y así, podría seguir con varios ejemplos más (cerca de mil). Pero en cada caso, llego a la misma conclusión o a la misma pregunta: qué es lo peor que podría pasar? Siempre me respondo lo mismo: que lo peor NUNCA es tan grave. Y cuando me pregunto lo contrario: qué es lo mejor que podría pasar? Me encuentro con un mundo de posibilidades sensorialmente espectaculares. Imaginate:

La sensación de sacarte un peso de encima, de poder respirar y sentir que tu alma está un poco más afuera, menos presa, más libre. Escuchar un te quiero o un te amo de las personas que más te importan en el mundo, recibir un cálido, sincero, sentido reconfortante y contenedor abrazo, sacarle una sonrisa a alguien más o una lágrima de emoción. Que ese alguien especial te diga: a mí también me gustas, o mejor aún que te de uno de esos besos de película, que no se dan y mucho menos se sienten a menudo... Prácticamente mágicos, que frenan el mundo entero, los sonidos, la gente, el movimiento, el tiempo... Irónicamente durante segundos.

Por qué tanto miedo? Puta! Si se supone que siempre hay cosas buenas y cada vez mejores por llegar! Si se supone que si algo no se da, por algo no se dio y porque en el camino nos espera otra cosa, un poco más adelante y con más paciencia... Pero será que quizás, si no nos animamos y no damos esos saltitos, no llegamos a lo que está más adelante? Me agota vivir así. Me frustra. Me hace sentir que vivo una vida aburrida. Me doy bronca!! Quiero expresarme y vivir al 100%, sin miedo a nada, sin temor! Y sin rumbo fijo, por qué no? Lo peor que me puede pasar…, qué me importa! Lo peor será al fin y al cabo, siempre lo mejor.

Empezaré de lo más sencillo a lo más difícil, pero voy a sacar de adentro las ganas enormes, tremendas, escalofriantes, agudas, incontenibles y hasta agobiantes que tengo dentro de vivir! Y creo que le haríamos un favor enoooorme al mundo, si todos intentáramos al menos, lo mismo. Siempre y cuando si va a hacernos un poco más felices!


Les cuento pronto, ahora, me voy a vivir y a hacer lo que yo digo.

13 junio, 2013

Día del padre, lado B.

Siempre creí que los padres no podían estar, bajo ningún punto de vista, preparados para la pérdida de un hijo. Es biológicamente incorrecto, no debería suceder, no es lo lógico. Por ende, es casi inentendible si sucede y una de las pocas cosas que si pasan, no pasan. En cambio al revés, siempre supe que algún día iba a pasar.. Que algún día, y siempre pensaba ojalá que falte un montón, uno de mis viejos se iba a ir, y después el otro. Pero siempre también pensé que sería lo suficientemente grande, que estaría preparada para que sucediera, que iba a ser fuerte y valiente, que me iba a poder sostener de pie, que iba a ser “lo normal”;  obviamente me iba a doler, pero era la inevitable rueda de la vida, el destino, lo biológicamente correcto, coherente, lógico, normal. Pero como siempre, la vida te tiene sorpresas. No sólo no estaba preparada para vivir lo que viví durante los 8 meses que mi viejo estuvo enfermo. Si no que no puedo superar, a casi un año de su partida, el hecho de que ya no esté (y creo nunca superaré).

Lo peor de todo es que, viste cuando compartís mucho tiempo con una persona como un amigo, o un novio o novia,  y después te peleás.. Y cada tanto pasás por algún lugar y te acordás que ahí iban a comer, que por acá pasaban siempre, que en esa parada de subte se dieron un beso que hizo que el mundo dejara de girar y te ponés un poco meláncolico, recordás con un poco de tristeza y otro poco de alegría. Pero de última, sabés que podrías mandar un mensaje, llamar, hablar, o simplemente cruzarte con esa persona en algún lugar que se frecuente. Pero con mi viejo es mucho peor. Lo recuerdo cada vez que me subo al auto y pienso: “al final, tanto que hinché con el auto, ni siquiera lo vio” o “manejo bien, papá estaría re orgulloso”. Lo recuerdo cada vez que entro a casa y miro para la habitación, automáticamente y primeramente a su lugar vacío en la cama (acostumbrada a verlo en cama durante meses). Lo recuerdo cada vez que paso por Caballito porque ahí me esperaba para traerme a casa después del trabajo. Lo recuerdo cada vez que subo a la Gral Paz, porque me llevaba todas las mañanas cuando trabajaba en Belgrano para que no tenga que viajar apretada en el tren. Lo recuerdo cada vez que me siento a la mesa y alguien pide sal, acostumbrada a que mamá cocine sin sal por papá, y que papá siempre le terminara agregando más sal que todos. Lo recuerdo cada vez que pienso que debo la tesis, y lo mucho que le hubiera gustado verme recibida. Lo recuerdo cada vez que creo que alguien me gusta y que quizás puede llegar a ser la persona que quiero a mi lado, y ahí me pregunto si realmente esa persona me haría feliz como yo quiero y necesito que me haga feliz (es que mi viejo una vez le dijo a mi mamá que él quería verme feliz y entusiasmada por estar de novia con alguien, que así era el amor, porque él vio antes que nadie cuando  yo no estaba siendo feliz). Lo recuerdo cada vez que veo una mirada triste, porque fue la mirada que sostuvo el último tiempo. Lo recuerdo cada vez que veo una mirada llena de amor, porque es como él me miraba, y el recuerdo de su rostro iluminado al verme cada vez que llegaba a casa es el recuerdo que más feliz me hace desde hace tiempo. Lo recuerdo cada vez que digo que me quiero ir a vivir a Córdoba, que es mi lugar favorito en el mundo, y es el lugar donde mi viejo me llevó desde chiquita de vacaciones y donde el pasó tanto tiempo de su vida. Y así, mil situaciones, ejemplos, pensamientos más.

Creo que lo recuerdo a cada instante, lo pienso casi constantemente. Y es doloroso, porque ya no está. Y a diferencia de alguna persona que por elección propia ya no está en nuestras vidas, no puedo llamarlo, no puedo verlo, abrazarlo, decirle que lo quiero, que lo extraño, que lo necesito, no puedo pedirle perdón por las cosas que hice mal, ni contarle los logros de los que sé que estaría muy orgulloso.

No puedo sacarme el nudo de la garganta. No lo puedo largar, tampoco lo puedo tragar. Está ahí, siempre presente, a flor de piel. Con el llanto al roce del aire. Con la mirada perdida en cada momento desocupado. Con mil palabras sin decir. Quizás debería dejar de sentir culpa. Pero es difícil, casi tan difícil como pensar la vida que me queda sin él. Casi más difícil que avanzar. Dicen que el tiempo cura todas las heridas, que todo pasa, que siempre todo es para mejor. Siempre lo creí, creo que aplica para la gran mayoría de las situaciones de la vida, REALMENTE LO CREO, pero no para la muerte de alguien tan importante en nuestras vidas como son nuestros viejos. ¿Cómo puede alguien creer que la pérdida de uno de tus padres,..., que esa herida algún día se cerrará? Es imposible. A lo sumo, me acostumbraré a que alguien me falte, y con ese alguien me falte de todo y me sienta incompleta y con un dejo de tristeza. No lo veo como algo malo, es parte de lo que digo siempre, de aprender, de crecer, de madurar, de la vida. Es la rueda de la vida. Pero me pregunto lo que pregunté una vez cuando era chiquita: ¿por qué no podemos vivir eternamente sin que nadie se nos vaya y vivir felices para siempre?

No todo se supera, no todo pasa. Tal vez es que simplemente nos acostumbramos a vivir sin determinadas personas a nuestro lado, nos quedamos generalmente con lo más lindo guardado en un precioso pedazo de nuestro corazón, y a seguir la vida. Sé que es lo que le gustaría, aunque  no nos decía las cosas, estoy completamente segura de que lo que más le hubiera gustado era vernos a todos juntos, y felices. 


Es difícil ser feliz sin vos, pero no puedo no intentarlo. Eso es lo que te regalo. Pero lo que no podés pedirme es que no te extrañe. 


07 junio, 2013

Cambiar

La palabra cambiar significa, según el diccionario, muchas cosas, pero en relación a las personas para mí sólo dos significados podrían aplicarse:

1      Modificación de una cosa para convertirla en algo distinto u opuesto.
2      Variación o alteración de un estado por otro

Creo que casi diariamente utilizamos la palabra o el verbo “Cambiar”, para referirnos a algún tipo de modificación que nosotros mismos estamos intentando hacer sobre algún aspecto personal, físico, de ideales etc que no nos gusta, no nos convence, nos hace mal, lle hace mal a alguien cercano etc o bien para referirnos a alguien más y generalmente de modo negativo.

Este último año fue un año lleno de cambios en mi vida, quizás demasiados, y que por ende y por lógica cambiaron cosas de mi persona. Pero es justo ahí, donde me detengo a pensar y me pregunto si realmente la palabra cambio aplica correctamente.

Que alguien se haya ido, que algunas personas hayan cambiado, haber cambiado mi aspecto exterior, haberme separado de mi pareja, haber viajado al interior para conseguir trabajo allí, haber incorporado nuevas y diferentes personas a mi vida, haber recuperado antiguas amistades, son sólo cosas que pasaron…  causalidades, el destino, cómo quieras llamarlo. Pero no sé si puedo llamarlos cambios. Sí, soy consciente de que a raíz de todo esto rasgos de mi personalidad se fueron modificando, mi actitud ante determinadas situaciones también es diferente a lo que hubiera sido un año atrás, mi entusiasmo frente a las personas, maneras, hechos, también es distinta, quizás más realista. Pero no sé si fueron cambios, creo que tienen más que ver con un poco de maduración por un lado, un poco de realidad en mí y no tanta ingenuidad.

Pero por algún motivo, insistimos en decir cosas como: “no, para seguir juntos los dos tenemos que cambiar” o “ no, no nos hablamos más porque él o ella cambió”, “no, no somos más amigos porque su actitud cambió”, “ya  no nos entendemos, las cosas cambiaron”, etc etc etc. Algo que supe desde chica es que constantemente estaríamos “cambiando” porque constantemente crecemos, y nos pasan cosas que nos van enseñando todo lo lindo y lo feo que puede haber en el camino. A algunos nos pasan muy temprano, a otros muy tarde, a otros justo a tiempo. Y siempre supe que habría gente a mi lado que podría entender y saber ver mi maduración, pero que no todos podrían seguirme, soportarlo, y seguir a mi lado una vez que el proceso hubiera terminado (al menos momentáneamente) y la más triste de todas las posibilidades es darme cuenta en medio de mi maduración que algunas personas ya no servían de nada en mi vida. Y a veces es lo que nos pasa, vamos perdiendo personas que van quedando en otras “etapas”, te vas desfasando, porque no te entendés más, aunque lo intentes. Otros intentan igual quedarse ahí porque no les molesta estar divergidos, saben que en algún momento entenderán o intentar acercarse a tus sentimientos e ir preparándose para sus propios y futuros momentos (creo que son las personas que solemos llamar observadores, de las más inteligentes que siempre me encuentro).


Pero qué difícil es crecer, madurar, cambiar. Lleva tiempo de ajustes, de adaptación. Creo personalmente que más para la persona que lo sufre, que para aquellos que creen sufrir alrededor de “un cambio” de alguien más. 

Pero sin duda alguna, lo que más todos sufrimos creo, es el momento de crisis. Crisis siempre tiene una connotación negativa, pero yo siempre digo y repito algo que dijo mi profesor de Sociología en el secundario: Crisis significa CAMBIO, y el cambio siempre es bueno. El problema es que cuando estamos en crisis a veces no sabemos para dónde correr, por dónde arrancar, qué solucionar primero, porque muchas veces ni siquiera entendemos qué está pasando y cualquier tipo de situación o cambio, vemos al menos al principio como algo malo. Lo bueno es que a veces, la desesperación es tan grande que dejamos de pensar, seguimos un impulso, una corazonada, y arrancamos con el pie derecho a solucionar nuestra crisis, sin darnos cuenta, a empezar  el cambio el crecimiento. 

Madurar nos hace viejos, pero también más sabios. Sólo nos quedará aprender a resguardar al menos un pedacito de pureza para no perder la esencia y sentir correr por nuestras venas lo más lindo que existe: la vida.

30 mayo, 2013

Palabras

Es increíble cuántas veces intento decir algo y que el resto del mundo me comprenda. Pero una y mil veces, me doy contra la pared al darme cuenta de que muchas veces lo que digo no importa! Si no que importa a quién, cómo, y con qué palabras me expreso. Aunque también creo que mi cerebro y mi boca procesan más ideas de las que en realidad puede por segundo, y termino diciendo tanto que nadie sigue el ritmo.

Instantáneamente las palabras,  se convierten para mi en algo necesario. Es esa necesidad de decir las palabras justas, correctas, y más adecuadas no sólo para el momento si no también para la persona…Muchas veces también para el lugar. Cuántas veces importó más el contenido de lo que escuchaban los demás salir de mí que lo que realmente quería decir!

A veces las palabras te llegan, al punto de dejarte pensando durante horas, días, o incluso semanas. Lo más increíble es que, le diste el sentido que le querías dar y no necesariamente el que significaba.

Creo que a través de las palabras me gustaría cambiar el mundo, lograr una diferencia. Ayudar a resolver esas preguntas que tantas veces aparecen. Pero casi nunca lo logro, a pesar de que me gustaría y lo intento. Por eso, de vez en cuando me gusta sentir, creer o fantasear con que mis palabras son mágicas, y pueden llevarme   a mi, y a tantas otras personas que encuentren en mis palabras lo que yo busco en ellas, a otro planeta. Y la pucha! Siempre llego a la misma conclusión: la importancia de UNA PALABRA, todas las palabras.


Dicen que una mirada dice más que mil palabras, no estoy de acuerdo, si las palabras son las justas, y son de esas que dan en la tecla y encienden tu motor.

29 mayo, 2013

Estoy confundida. ¿Primer Plano?

Es la primera vez que intento escribir una descripción de lo que intentaré en este blog. Si bien, lo inauguré oficialmente (nunca) en 2006, hoy intento revivirlo. 

Primero re leí lo que había subido hasta el momento y retoqué, luego subí cosas que escribí entre medio con las fechas reales de cuándo en verdad lo escribí, luego intenté tunearlo estéticamente aunque no estoy segura de si realmente quedó bien, pero a mi me gusta. Gracias a mi amiga Selva por el fondo, que diseño para mí, cuando encontré la frase "Yo tampoco sé cómo vivir, estoy improvisando" y le pedí que por favor me diseñara algo =). Y a partir de ahora, empezaré a subir textos "revividos" del pasado, y alguna nueva inspiración, tristeza, alegría o reflexión que quiera compartir. Quizás, tal vez, a veces me den ganas de subir cosas de alguien más, compartir un poco de arte, música, algo que me llamó la atención, tal vez sólo una imagen inspiradora o que simplemente quiero compartir, aunque estimo en su mayoría siempre serán textos. 

La idea es que sea un espacio para expandir mi mente (o la tuya si te sirve), largar todo lo de adentro, dejar mi corazón y mi alma al descubierto (aunque quizás me juegue en contra si este blog cayera en manos equivocadas -risa maléfica), quedar vulnerable ante la vida, abrir las venas y hablar con sinceridad (como dice un tema). Que es, en definitiva, como intento y como me gusta vivir la vida. Siempre de frente, siempre afrontando, siempre con la verdad aunque duela, aunque sea triste. Porque también muchas veces la verdad es una hermosura, y nos alegra la vida. Y porque a veces uno piensa que siente cosas que nadie más siente, que piensa cosas que nadie más piensa, o que le pasan cosas que a nadie más le pasan! Y la realidad es, que quizás nadie es lo suficientemente valiente para decir: estoy mal, te quiero, te amo, me muero por vos, soy feliz, soy infeliz, te extraño. Y quizás, con lo que cuente, con lo que intente decir, transmitir, logre que todos podamos sincerarnos con la vida, con la gente, con el mundo. Eso sí, siempre para intentar estar mejor nosotros mismos, y hacer un mundo mejor. Sí, eso es lo que quiero y para tenerlo arranco por mi principio: yo.



Las reglas de convivencia son simples: no te gusta, no leas. Te gusta, sé feliz!

28 mayo, 2013

Mil frases para él

Puedo encontrar mil canciones para nosotros dos 
Y más de mil frases de amor. 
Puedo encontrar palabras hasta donde no las hay más. 
Y sacar de un tarro las que había olvidado

A veces hasta hablo en silencio intentando ser una vez otra vez. 
Quizás es verdad que el corazón entiende lo que la razón no comprende 
Pero todo seria más fácil si comprendiera lo que el corazón entiende. 
No hay peor ciego que el que no quiere ver 
¿Pero acaso hay más cobarde que aquel que no habla por miedo a perder? 

Puedo encontrar mil canciones para nosotros dos 
Y más de mil frases de amor. 
Puedo encontrar palabras hasta donde no las hay más. 
Y sacar de un tarro las que había olvidado. 
Y más de mil frases de amor para este amor sin sobrenombre. 

Y si allá, por aquellos días intentaba ver que sucedía, 
hoy ya me pregunto ¿qué vamos a mirar? 
Si lo que pasa, pasa siempre. 
Y es como una estrella fugaz. 
Tan bella y tan simple, dejando un destello que encandila. 
Sólo una cada mil. Sólo un deseo entre tantos. 
Sólo un amor como el tuyo. 
Y todavía encuentro más de mil frases para él. 




Nota al lector: me encuentro reviviendo desde el más allá, escritos de años atrás =)

28 febrero, 2013

Dolor


Yo le dije: 

- Siento que me voy a morir del dolor que siento. Nunca me había dolido tanto algo.  No te imaginás el dolor.
No te puedo explicar. Ya no me gusta lo que escribo. No puedo dibujar. No tengo ganas de bailar.
¿Qué más me puede doler? ¿Qué más me queda para ver? Si ya todo pasa por otra vereda.


Él me contestó:


- Escribí.




Y acá estoy.

24 febrero, 2013

Las cosas no simplemente suceden. Ni todo sólo llega. Los sueños no se hacen realidad por arte de magia. Y el destino nunca esta escrito hasta el final. El cambio llega, cuando salimos a buscar lo que nos pertenece, nuestro tesoro más preciado, la única oportunidad de ser: nuestra propia vida.