Yo le dije:
- Siento que me voy a morir del dolor que siento. Nunca me había dolido tanto algo. No te imaginás el dolor.
- Siento que me voy a morir del dolor que siento. Nunca me había dolido tanto algo. No te imaginás el dolor.
No te
puedo explicar. Ya no me
gusta lo que escribo. No puedo
dibujar. No tengo
ganas de bailar.
¿Qué más
me puede doler? ¿Qué más me queda para ver? Si ya
todo pasa por otra vereda.
Él me contestó:
- Escribí.
Y acá estoy.