"Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.
Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Por eso cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate."
Cerrando Círculos - Paulo Coelho
26 noviembre, 2013
13 noviembre, 2013
Tan simple como eso
La cotidianidad con la que
vivimos, hace que le restemos importancia a cosas que ya nos son tan comunes,
tan básicas, tan de todos los días, o todos los años. Hace que no le
prestemos atención a pequeños detalles, a pequeñas personas, frases, palabras. Sólo
el día en que esa persona, palabra, frase, cartel, casa, deja de estar dentro
de nuestra cotidianidad es que nos damos cuenta de que... nos hace falta, no estamos completos sin ella.
A veces pienso si es que extraño
sólo las palabras, o será su voz, o el tono inconfundible en que me lo decía,
la mirada que acompañaba, el beso o su sonido. Y no logro identificar qué parte
de todo es, o si en realidad en este caso es un todo. Probablemente así sea. Y
qué insignificante, poco memorable, normal me parecía cada vez que llegaba ese
día y al despertarnos y encontrarnos (generalmente en la cocina) él me decía
esas palabras. Y ahora que no las dice más, me parece tan importante. Lo
necesito tanto. Lo extraño tanto. Me desgarra el corazón.Y lo único que puedo
pensar es en que, ya nunca lo tendré. Y lo peor, es que sé que me queda la vida
entera e incontables días en que pensaré exactamente lo mismo.
Algunas cosas, se recuerdan con
tristeza. Pero, lo lindo es, cuando recordamos algunas de otras cosas con alegría. Una
alegría extraña, llena de melancolía. Como ayer, que mientras mi hermana
limpiaba la mesa para apoyar su compu, yo traía la mía y le corría
las cosas a "su lado" de la mesa. Hasta que me mira y me dice, sos
una viva bárbara, yo corro todo para poner la compu y vos me ponés más cosas
acá arriba. No pude evitar tentarme de la risa y decir: como hacía papá, y
relatarles esto que hacía mi viejo: terminaba de comer, juntaba sus miguitas y
las empujaba hacia algún otro lugar de la mesa (el de alguien más). Aunque el
otro estuviera comiendo... o también intentando limpiar SU lado de la mesa.
Esos momentos son momentos encontrados, donde me río de algo que era cotidiano,
lo hacía SIEMPRE, y cada tanto lo retábamos, pero era normal, e insignificante.
Creo que es un detalle que no había recordado desde que se fue. Pero ayer lo
recordé, recuperé un pedacito de cotidianidad y lo volví risa. Eso es lo
lindo de recordar, y creo que es lo lindo que todos deberíamos intentar.
Recordar con alegría.
Lo malo de aquellos que se van
para no volver, es que ya nunca los volveremos a tener, eso es lo triste, la
necesidad de tenerlos, quererlos, abrazarlos, mirarlos y no poder. Pero al
menos nos deja con lo que ya tenemos, para recuperarlo, para revivirlo, para
reírlo, para disfrutarlo... sin posibilidad de arruinarlo porque ya pasó, ya
está, es como es, no hay forma de cambiarlo. Lo malo de aquellos que se van,
pero cuando quieren vuelven... es que tienen chance de arruinarlo todo. Y creo
entonces que prefiero que los que se van y pueden volver, no vuelvan. Y creo
entonces que prefiero que los que se van y no pueden volver, queden siempre
guardados en mí, con su mejor sonrisa, con su mejor abrazo, su mejor mirada, su
mejor frase, sus mañas, y el mejor recuerdo.
Qué bueno sería, darnos cuenta
de que lo que más felices puede hacernos, son esas cotidianidades, es tan
simple y tan fácil! ¿Podemos empezar a rescatarlas hoy? ¿Podemos empezar a
valorarlas hoy? ¿Podemos convertirlas en sonrisas desde hoy ¿Podés llegar a tu
casa y abrazar a la persona que te recibe todos los días? ¿Podés guardar cada
hola, cada feliz cumple, cada beso, cada abrazo, cada sonrisa, que te dedica
cada persona que te quiere? Son cosas invalorables, son tesoros, son alegrías,
son cosas únicas.
Es felicidad. Tan simple como eso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)