21 enero, 2016

Me quedo aquí.

Desde una temprana edad creo haber sentido un poco esa necesidad de "ser libre". Y siempre, de una forma u otra, me las arreglé para ser yo, y para siempre hacer lo que yo quisiera. Siempre me las arreglé para conseguir todo lo que quería, sólo tenía que proponérmelo. Es que realmente creo que todo lo que uno quiere siempre lo puede conseguir, y no, no es que tenga poderes sobre naturales, pero sí voy atrás de lo que quiero, lo busco, lo lucho, hasta tenerlo. Sólo hubo un momento en mi vida donde me perdí a mi misma, me hice a alguien más, y fue mientras viví mi primer noviazgo. Lo único que gané fue un poco de experiencia y varios kilos de más, pero me vi perdida, pedí mi vida social, un poco de energía, un poco de amor. Por suerte, uno aprende de las experiencias y con los años fui entendiéndome mejor, y el mundo a mi alrededor. Desde algunos meses después de haber dejado esa relación, volví a encontrarme. De hecho creo que hasta me redescubrí, quizás era un tema de edad, de posibilidades, y por qué no, de libertades. 

Hace ya mucho tiempo, quise emprender un viaje. Un viaje que denominaba eterno, porque si bien sabía que algún día volvería, no tenía certeza alguna de cuándo sería ese momento. ¿Qué iba a buscar? No lo sé. Más libertad, adrenalina, incertidumbre, mi mejor yo, mi peor yo. Y la única razón o el único motivo por el que hubiera no vuelto JAMAS, era amor. Quizás estoy un poco mal acostumbrada a la posibilidad de siempre cambiar todo lo que no me gusta, lo que no quiero, lo que ya no me divierte. Sí, aquellos que me conocen saben que uso la palabra "divertir" más que cualquier persona "normal" sobre la faz de la tierra la usaría y a diario me encuentro teniendo conversaciones como: Sol, por qué no comés el helado? - Mmm no sé, no me divierte comer helado hoy. Sol, querés que miremos las estrellas? -Me parece que no me divierte eso. -Hey, me parece que me divierte que vayamos a tal lado. Sí, para mi todo lo que haga tiene que divertirme, un poco aniñada tal vez? Puede ser, no lo niego, ni lo oculto. Pero es que la vida me parece tan corta, y una sola! Y por algo es una sola, así que por qué no voy a querer divertirme y vivir aventuras en cada cosa que haga? En cada cosa que elija, con cada persona que está a mi lado? Pero, que mala costumbre ir saltando por ahí, cambiando de trabajo cuando ya no es una novedad, conociendo gente nueva todo el tiempo para no aburrirme, haciendo mil cosas a la vez para no sentirme vacía, y poder dejarlo cuando ya no tengo ganas de seguir.

Algo que hace mucho tiempo que siento es que estoy en una especie de punto de inflexión. Viste ese momento en el que sentís que estás en una crisis, constante! Una crisis que te dice que este es tu momento. Que te arrebatás, te soltás, te vas a buscar la aventura, que es tu última oportunidad de vivir! TOTAL, no tenés nada (no, no me refiero a que no tenés familia, ni amigos... sino a que no tenés nada que realmente quieras que te "ate".... Es decir, la familia siempre será familia, y qué mejor momento para saber realmente quiénes son tus amigos que este? Momento en el que los amigos de siempre, también siempre seguirán estando y los que no se irán alejando). Es ahora o nunca. Es esto, o quedarte así, acá, con nada. Pero quién sabe? Quizás acá no querés atarte a nada, porque no encontraste con qué quedarte, pero afuera, en viaje, en medio de alguna aventura quizás se nos cruce, se nos aparezca y se devele.

Y dicen que todo pasa por una razón. Hace un tiempo, decidí irme. En un viaje eterno. Hice averiguaciones, trámites, saqué visa, saqué pasaje. Me iba, al fin. Creo que lo único que hice durante meses fue ver a dónde iba a ir, qué iba a hacer, imaginar a quién iba a conocer, de qué iba a trabajar, la plata que iba a ahorrar, a dónde iba a ir después. Pero de repente ese alguien que había estado ahí, durante casi todo el proceso, se re significaba o se convertía en lo que siempre había sido. Hacía unos meses que lo había conocido, habíamos tenido una "pequeña aventura", sin puerto ni destino. Las cosas se habían confundido, y cuando me di cuenta de que lo quería, y no estaba segura de que le pasara lo mismo decidí alejarlo (o me empujó a alejarlo). Fue durante ese tiempo que estuvimos alejados que yo logré tener todo listo para irme. Pero un día pasó eso que en el fondo (tanto) quería (deseaba), pero a lo que le temía tanto. Un día recibí un mensaje. Un mensaje, que derivó en más mensajes, hasta un mensaje que decía: te extraño. Y no hubo vuelta atrás. Nos vimos, al otro día. Nos besamos. Dormimos juntos. Y el me preguntó ¿Y ahora qué hacemos?. Y descubrí otro momento de inflexión, sin saber por qué no tuve miedo, ni vergüenza y fui completamente honesta como venía siendo esa noche. Le dije que me iba a ir, que estaba decidido y no había vuelta atrás. Pero que si me daban a elegir, elegía pasar con el cada día que me quedaba ahí con él y no con alguien más. Acordamos eso, y a la semana nos llamamos NOVIOS.


¿Qué paso de ese momento hasta hoy? Todo lo que pasó siempre, había amor, un amor enorme, un amor que crece

Algunos podrán creer que me conformo, que me quedo con lo simple, lo seguro. Uf, pero aquel que me conoce enserio sabrá que elegir quedarme para crecer, para continuar, y sobre todo para apostar al amor, es una de las decisión más difíciles que podría tomar alguien como yo. Alguien que hasta para mis amigos, es muchas veces muy fría, sobre todo con respecto al amor y al apego. Alguien que justamente está más acostumbrada a dejar ir, y moverse, que al quedarse. Hoy no me conformo con la idea de siempre cambiar lo que está dando vueltas hace rato, y quiero animarme a algo tan incierto como es pensar en un futuro con alguien. Sí. El motivo es él. Y el motivo es él porque esta vez no me perdí, porque me siento más yo que nunca, porque me encontré no sólo acá, sino allá adelante. Y porque era verdad, si me daban a elegir quiero quedarme con él cada día que me queda, acá o en cualquier parte del universo.

Y si encontrar el amor era lo único por lo que jamás hubiera vuelto, ¿Por qué encontrarlo antes de partir no sería el único motivo por el cual no me iría?


14 enero, 2016

2016

A veces es muy poco lo que necesitamos para dejar de sentir un vacío que parece expandirse en nuestro cuerpo, alma y mente, como una avalancha imparable, descontrolada, que invade.  A veces son las palabras de algunas personas inesperadas, las que de repente nos llenan de un poco de luz, una luz que logra ser más fuerte, y que logra vencer nuestras barreras (algo antes impensado). Y otro poco el vacío de  la gente que se fue.

A veces, es bueno encontrarse con alguien que sabe apreciar y ver todo lo que nadie ve hasta que se acercan demasiado... Eso que a muchas personas asusta, pero que muy pocos entienden. Alguien lo ve, y lo ve como algo hermoso. Nada es más reconfortante, que esa sensación.

Nadie más me regala esos momento efímeros de felicidad, en los que sonrío desde el fondo de mi ser. Ni nadie más me hace sentir tanta tranquilidad, ante las decisiones más precipitadas, menos pensadas, pero más maduras. Nadie más que yo misma.

A veces, me doy cuenta de que en la vida todo es tomar decisiones. Y cada decisión nos lleva por un camino distinto. Ni mejor, ni peor. Sólo distinto. Y al fin y al cabo, seguramente el que era para nosotros.

Decisiones y elecciones. Lo son todo en la vida. Que se avecina un gran año: lleno de cambios y decisiones, ya lo sabía. Con pequeños o grandes giros, pero grandes elecciones al fin. Si algo me enorgullece es poder decir que siempre hago lo que quiero, lo que tengo ganas, lo que siento, así nunca puedo arrepentirme porque a lo sumo equivocándome aprenderé algo. Y estoy dispuesta a eso.

Siempre voy de frente, con la verdad. Se podrán decir muchas cosas, pero estoy segura de que entre todo eso nadie puede decir que no fui de frente o que no quise, que no fui sincera. Me hace feliz haberme convertido en la mujer que hoy soy. Y eso se lo debo a la educación que me dieron en mi casa, donde aprendimos a ser honestos, regios. Donde nos enseñaron a pedir por favor y a dar las gracias, nunca está de más. Donde nos enseñaron la importancia de trabajar, y de luchar por lo que uno quiere, y más importante aún luchar por las cosas en las que uno cree. Donde aprendí a sentir compasión, a ponerme en el lugar del otro. Donde nos enseñaron a no quejarnos, si pretendemos hacer todo de la misma manera siempre, y no estamos dispuestos a generar un cambio. Una educación donde podía preguntar por qué, y desafiar los límites cuando algo no parecía justo. Una educación que me enseñó que no estaba bien conformarse, y siempre ir por más. Donde nunca hubo miedo a ningún cambio, simplemente eran desafíos a superar (y cuántos desafíos superamos hasta ahora!). Una educación donde fueron severos y muy exigentes (a veces demasiado), pero también llenos de amor. Una casa donde todos crecimos para ser personas tan, tan, tan diferentes y opuestas, pero a la vez con todas estas cosas en común. Y eso también lo agradezco, porque me formaron como persona, me inculcaron grandes valores, valores GIGANTES. Y sí, muchas personas me defraudaron, muchísimas, estoy cansada de tanta hipocrecía, de tanta falsedad y de tanto interés. No formo parte de eso, y no me interesa, no lo quiero, no lo necesito. Pero por sobre todas las cosas, no lo quiero. Prefiero creer más en este mundo que me enseñaron en casa, porque por suerte también encontré muchos otros como yo.

El "balance" del 2015, lo hice hace ya mucho rato... Y siento que cantidad no es calidad, definitivamente, y por eso estoy muy feliz de haber elegido con qué, con quién y en dónde quedarme, de qué o quién o de dónde alejarme. Y pucha, que a veces es chocante, difícil, triste, hasta melancólico, y decepcionante... Pero al final siempre hay recompensa y esa recompensa en mí hoy se traduce en una paz y una tranquilidad, difícil de explicar.


Brindo por un 2016 lleno de elecciones y doy las gracias por seguir creciendo y seguir aprendiendo