Algún día te encontré. Sentí
todo lo que no me acordaba que un ser humano podía sentir. Fui todo lo que
hacía rato no me dejaba ser. Di y regalé todo, mi ser, hasta lo que no tenía.
Soñé sueños con colores pasteles (mis favoritos). Imaginé como los niños (inocente y alocadamente). Me ilusioné, y después todo siempre siguió pasando, como
pasa la gente por Florida. Un nombre. Un beso. Otro olvido.
Volviste,
cada vez que quisiste. Volviste cada vez a mi mente. A mis pensamientos. A mis
labios, mis recuerdos y mis historias.
También
te fuiste. Te fuiste cada segundo y cada vez que no te quise. Y siempre, por un
tiempo, hasta que dejó de ser, siempre volviste con el viento.
Hoy,
que siento que ya no estás. Siento que te llevaste tanto, que ya no tengo
tiempo para cosas sin alma. Y es que como dicen por ahí: si no hay amor, que no
haya nada.
Ya me
cansan algunos adjetivos, sobrevalorados. Suenan y se repiten. Palabra por
palabra (creo que ya los sé de memoria). Me hacen dudar. Me hacen pensar. Me
hacen preguntar. ¿Qué es lo que está mal? ¿Soy yo? ¿Sos vos? ¿Somos nosotros?
¿Es que el mundo ya es sólo incoherencias y desamor?
Qué ganas de maravillarme con tu ser. Qué ganas de maravillar al mundo. Qué ganas de deslumbrar y destellar. Qué ganas de ser excepción. Qué ganas de vos, de todo. Qué pena... Encontrar tan pocas maravillas fuera del cajón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario