La palabra cambiar significa, según el diccionario,
muchas cosas, pero en relación a las personas para mí sólo dos significados
podrían aplicarse:
1 Modificación de una cosa
para convertirla en algo distinto u opuesto.
2 Variación o alteración
de un estado por otro
Creo que casi diariamente utilizamos la palabra o el verbo “Cambiar”, para
referirnos a algún tipo de modificación que nosotros mismos estamos intentando
hacer sobre algún aspecto personal, físico, de ideales etc que no nos gusta, no
nos convence, nos hace mal, lle hace mal a alguien cercano etc o bien para referirnos a alguien más y
generalmente de modo negativo.
Este último año fue un año lleno de cambios en mi vida, quizás demasiados,
y que por ende y por lógica cambiaron cosas de mi persona. Pero es justo ahí,
donde me detengo a pensar y me pregunto si realmente la palabra cambio aplica
correctamente.
Que alguien se haya ido, que algunas personas hayan cambiado, haber
cambiado mi aspecto exterior, haberme separado de mi pareja, haber viajado al
interior para conseguir trabajo allí, haber incorporado nuevas y diferentes
personas a mi vida, haber recuperado antiguas amistades, son sólo cosas que
pasaron… causalidades, el destino, cómo
quieras llamarlo. Pero no sé si puedo llamarlos cambios. Sí, soy consciente de
que a raíz de todo esto rasgos de mi personalidad se fueron modificando, mi actitud
ante determinadas situaciones también es diferente a lo que hubiera sido un año
atrás, mi entusiasmo frente a las personas, maneras, hechos, también es
distinta, quizás más realista. Pero no sé si fueron cambios, creo que tienen
más que ver con un poco de maduración por un lado, un poco de realidad en mí y
no tanta ingenuidad.
Pero por algún motivo, insistimos en decir cosas como: “no, para seguir
juntos los dos tenemos que cambiar” o “ no, no nos hablamos más porque él o
ella cambió”, “no, no somos más amigos porque su actitud cambió”, “ya no nos entendemos, las cosas cambiaron”, etc
etc etc. Algo que supe desde chica es que constantemente estaríamos “cambiando”
porque constantemente crecemos, y nos pasan cosas que nos van enseñando todo lo
lindo y lo feo que puede haber en el camino. A algunos nos pasan muy temprano, a otros muy
tarde, a otros justo a tiempo. Y siempre supe que habría gente a mi lado que
podría entender y saber ver mi maduración, pero que no todos podrían
seguirme, soportarlo, y seguir a mi lado una vez que el proceso hubiera terminado
(al menos momentáneamente) y la más triste de todas las posibilidades es darme cuenta en medio de mi maduración que algunas personas ya no servían de nada en mi vida. Y a veces es lo que nos pasa, vamos perdiendo
personas que van quedando en otras “etapas”, te vas desfasando, porque no te
entendés más, aunque lo intentes. Otros intentan igual quedarse ahí porque no
les molesta estar divergidos, saben que en algún momento entenderán o intentar
acercarse a tus sentimientos e ir preparándose para sus propios y futuros momentos (creo que son las personas que solemos llamar observadores, de las más inteligentes que siempre me encuentro).
Pero qué difícil es crecer, madurar, cambiar. Lleva tiempo de ajustes, de
adaptación. Creo personalmente que más para la persona que lo sufre, que para aquellos que creen
sufrir alrededor de “un cambio” de alguien más.
Pero sin duda alguna, lo que más todos sufrimos creo,
es el momento de crisis. Crisis siempre tiene una connotación negativa, pero yo
siempre digo y repito algo que dijo mi profesor de Sociología en el secundario:
Crisis significa CAMBIO, y el cambio siempre es bueno. El problema es que
cuando estamos en crisis a veces no sabemos para dónde correr, por dónde
arrancar, qué solucionar primero, porque muchas veces ni siquiera entendemos
qué está pasando y cualquier tipo de situación o cambio, vemos al menos al principio como algo malo. Lo bueno es que a veces, la desesperación es tan grande que
dejamos de pensar, seguimos un impulso, una corazonada, y arrancamos con el pie
derecho a solucionar nuestra crisis, sin darnos cuenta, a empezar el cambio el crecimiento.
Madurar nos hace viejos, pero también más sabios. Sólo nos quedará aprender a
resguardar al menos un pedacito de pureza para no perder la esencia y sentir
correr por nuestras venas lo más lindo que existe: la vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario